dijous, 28 d’abril del 2011

El amor y otras cosas imposibles

Había perdido la pista de Don Roos, o más bien no había tenido demasiado interés en seguirla. Mi condición de fan de Christina Ricci hizo que, casualmente, estuviera en el cine el día del estreno de Lo opuesto al sexo (The opposite of sex, 1998). Una peli independiente que cosechó buenas críticas, pero no tuvo una continuidad regular en el resto de su trayectoria.

De no ser por el reciente Oscar de Natalie Portman, posiblemente esta película no hubiese llegado a nuestras salas para pasar directamente al mercado doméstico o en televisión. Este último medio parece el más indicado para un melodrama típico de telefilm de la sobremesa de fin de semana. Tampoco creo que se la deba etiquetar así, por tener un sentido excesivamente peyorativo, pues se trata de una película más que correcta sobre como afectan los cambios de pareja en nuestra sociedad monoparental. Lo muestra desde todos los puntos de vista posibles: la amante, el marido, la cornuda, el hijo del anterior matrimonio... Incluso se ofrece un paralelismo con la situación similar por la que pasan los padres de Emilia, el personaje interpretado por Natalie Portman con el que engrandece la película.

Un tema interesante sobre el que reflexionar tratado con superficialidad y representado con demasiados estereotipos. Algo determinante que diferencia una peli ordinaria de las obras de maestros como Ingmar Bergman.

Don Roos vuelve a contar con la colaboración de Lisa Kudrow en un papel secundario importante, a quién me cuesta verla lejos de la surrealista personalidad de Phoebe y, hasta en un puro melodrama como este, sigo riéndome con ella.

El conjunto gustará a todos aquellos aficionados a la ponderación de temas dramáticos, a quién le guste ver vidas sufridas en pantalla. Un gusto tan respetable como el de los criticados aficionados del torture-porn.


Lluís Alba

dimecres, 20 d’abril del 2011

Scream 4

No parece que nadie estuviera pidiendo a gritos (risas) el retorno de la saga Scream. Pero tampoco creo que moleste la "revisitación" de la trilogía 11 años después de su última entrega.

Scream nació como película slasher que, al mismo tiempo hablaba sobre el género que tanto se popularizó a finales de los 70 y 80. Una idea metafísica sobre la que Wes Craven ya había experimentado en La nueva Pesadilla (New nightmare, 1994). Por lo que el guión de Kevin Williamson parecía perfecto para unir ambos interesados.

¿Qué aporta la nueva entrega? Pues más de lo mismo, adaptado a los nuevos tiempos. Referencias a Facebook y Twitter, a las películas de la primera década del siglo XXI (terror japonés y la saga Saw), algo más de gore en sus escenas y un inicio ingenioso. También demuestra la importancia del guión de Williamson, pues la calidad de la película es mucho más cercana a las dos primeras entregas, que a la floja tercera parte donde él no participó.

Probablemente lo que más controversia creará es el final escogido. Tiene todos los visos de dividir a los seguidores entre conservadores y renovadores.

Lluís Alba

Código fuente

Cuando Duncan Jones debutó en el cine con Moon, se apostillaba insistentemente que era el hijo de David Bowie. Su mayor conquista ha sido que, ahora, se refieran a él como el director de Moon.

El guión de un tal Ben Ripley (con un currículum poco destacable de TV movies y secuelas olvidables de Species) tiene ciertas similitudes con la historia de Moon, por lo que debió parecer lógico que Duncan Jones fuera elegido para tomar las riendas de Código fuente. Ambas tienen a un personaje principal como absoluto protagonista de una historia de ciencia-ficción, que descubrirá junto al espectador lo que está viviendo y será el único capaz de resolver su situación.

Pero el minimalismo de Moon deja paso a una película de mayor presupuesto con una premisa que mezcla Atrapado en el tiempo (Groundhog day, 1993) de Harold Ramis y la serie A través del tiempo* (Quantum leap, 1989-1993) de Donald P. Bellisario.

El resultado es una más que entretenida película, en la que el aparente argumento principal pasa a un segundo término cuando se centra más en las paradojas temporales, algo que los aficionados al género agradecerán por encima que cualquier atención a la trama inicial sobre un ataque terrorista sin demasiada miga.

Lluís Alba


*En Catalunya fue conocida como "El salt" en sus primeros pases y, posteriormente, como "El viatger del temps".

dijous, 7 d’abril del 2011

Inside job

Como en su anterior documental, No end sight (2007), Charles Ferguson vuelve a relatar unos hechos de sobra conocidos por todos que, a pesar de ser reiterativos, siguen siendo necesarios.

Probablemente no sirva para cambiar la situación, pues se trata de un mal endémico propio de nuestra especie. El poder y la ambición hacen que todo valga, hasta pisotear al resto de personas, con tal de conseguir lo que se desea. En el documental se muestra como, los mismos que han provocado la crisis de manera consciente, han sido los mayores beneficiados. Y, además, siguen ocupando los mismos puestos de poder en el gobierno de EEUU. Todo sigue igual, e incluso mejor para ellos.

El tipo de propuesta se asemeja a las realizadas por Michael Moore. Ambos atacan al poderoso (disparan hacia arriba, como diría Monegal) y dejan en evidencia a sus invitados, incluso llegando a ridiculizarlos si es necesario. Por el contrario, Ferguson, se muestra menos egocéntrico, evita su imagen en pantalla y escoge a un actor profesional como Matt Damon para la narración en off.

El nivel de comprensión también es más alto, la cantidad de datos técnicos que aporta, dificulta que el espectador medio pueda comprender la totalidad del documental. Aunque, estratégicamente, las ideas se van aclarando, de manera que hacia el final todo se hace más inteligible para que, hasta los menos instruidos en materia económica, podamos salir con la sensación de haber sacado algo en claro.


Lluís Alba