dijous, 11 d’agost del 2011

Capitán América: El primer Vengador

El ambicioso proyecto que se ha ido mascando poco a poco, para delicia de aficionados a Marvel, ya ha llegado a su punto crucial. En los últimos años se ha cocinado a fuego lento una serie de adaptaciones de personajes Marvel destinadas a engrosar el imaginario cinematográfico para mayor gloria de la futura película de Los Vengadores. Así hemos visto adaptaciones de El increíble Hulk, Iron man, Thor y, finalmente, El capitán América.

Dudo mucho que esta película hubiese sido igual de no haberse parido como antesala a Los Vengadores. De otro modo, la mayor parte de la película hubiese transcurrido en la época actual. Al formar parte de otro proyecto global, hemos podido disfrutar de una película entera de ambientación retro-futurista que hará las delicias del aficionado pulp.

La lógica apunta que Joe Johnston era la persona indicada para dirigir la película, pues ya contaba con experiencia parecida. Rocketeer también trataba sobre un superhéroe cuyas peripecias sucedían durante la Segunda Guerra Mundial. Capitán América: el primer vengador, está narrada como una película de aventuras de corte clásico. La suerte de poder contar con toda una película para mostrar el origen del personaje, hace que Johnston se tome el tiempo necesario y pueda presentar a todos los personajes. Sus secuencias de acción está bien planificadas y lejos del estilo actual de montaje promocionado por algún enfermo de Parkinson.

La fantástica ambientación ayuda a sumergirnos en la aventura retro-futurista, llena de guiños a los aficionados del cine clásico. El inicio es similar a El enigma de otro mundo (o si se prefiere al remake de Carpenter, La cosa). Howard Stark, el padre de Tony Stark, está basado directamente en Howard Hugues.

No faltan los habituales guiños a la legión de Marvel-zombies. Podemos ver en la exposición de ciencia a La antorcha humana original. Alguno hubiese deseado ver al androide en movimiento junto al resto de Los invasores. Pero, para el espectador neófito, hubiese sido demasiado confuso ver a una antorcha humana al lado del Capitán América interpretado por Chris Evans, quién ya fue la antorcha humana de los 4 fantásticos. También se incluye una divertida serie de secuencias, que sirven tanto de homenaje al traje del serial de los 40 como a la mítica portada en la que el Capi golpeaba a Hitler. Y, como no, el cameo habitual de Stan Lee.

La atención que se tiene en el desarrollo de personajes, permite que nos hagamos a una idea de los ideales yankees de la época. Steve Rogers, desea darlo todo por su país, como la mayoría de jóvenes americanos durante la Segunda Guerra Mundial. Una diferencia generacional bien remarcada que, esperemos, esté bien utilizada en la película de Los Vengadores.

La iconografía y las numerosísimas historias del cómic quedan bien reflejadas en la película. Intentando combinar los argumentos más clásicos como los de última generación de Ed Brubaker (con una clara referencia a su saga Soldado de invierno, que bien podremos ver reflejada en una futura secuela).

La película de Thor quedó demasiado supeditada a la idea de capítulo piloto previo a Los Vengadores, pero Capitán América: el primer Vengador, demuestra que se puede hacer una película-presentación sin dejar de tener entidad propia.

Lluís Alba

El origen del planeta de los simios

Desde niño he sido un profundo admirador de la saga de El planeta de los simios. A pesar de haber nacido una década más tarde del estreno de su primera parte, tuve la suerte de descubrir la película de Franklin J. Schaffner en una de las habituales sesiones matinales de reestreno del Centre Parroquial d'Horta. Ver en pantalla grande un clásico por primera vez, sin tener ni idea del argumento, ni de su sorpresa final, era una sensación parecida a viajar en el tiempo. No había internet y tuve que interrogar a mi madre sobre la película para, sorpresa otra vez, descubrir que había varias secuelas. Poco a poco, fui grabándolas en VHS durante sus pases televisivos hasta poder ver la saga completa. Eran otros tiempos y la recolección de películas se basaba en un seguimiento exhaustivo de la programación televisiva.

Pasaron los años y, en 2001 se estrenó un remake dirigido por Tim Burton. Una de las películas de mi infancia rehecha por uno de (hasta entonces) mis directores favoritos. Jamás me había sentido tan estafado al salir de un cine. Tanto que, Tim Burton dejó de tener valor para mí, y olvidé la película. Ni la volví a ver ni tengo interés en hacerlo.

Durante la primera década del siglo XXI estalló el boom del DVD y las descargas de internet, en cuanto se pusieron a un precio asequible, me hice con las cinco películas originales para revisarles en v.o. y me descargué la serie de los 70 que jamás habría podido ver de no ser por la (mal llamada) piratería.

Llegamos a la segunda década del siglo XXI, se anuncia una nueva película sobre El planeta de los simios. A diferencia de la versión de Burton, no se escoge ningún director de fama mundial, ni se le da demasiada promoción previa. Las pocas informaciones que llegan hablan de una precuela y, lo mejor, obviando totalmente la versión de Burton.

Como si los mismos productores hubiesen aprendido de su error, El origen del planeta de los simios, encaja bastante bien con la película de 1968, aunque varía lo explicado en sus secuelas, donde una paradoja temporal era la artífice de que los simios llegaran a dominar al hombre, mientras que en esta trata de la experimentación científica de una empresa farmacéutica en busca de una cura para el Alzheimer. En la línea de los 'mad doctor' clásicos, tenemos a un James Franco experimentando más allá de los límites del hombre por una buena causa. Como es habitual, las consecuencias irán más allá de lo que podía esperar.

Llena de guiños a sus predecesoras. Desde los más visuales, como el jersey que lleva César y la ambientación del patio de la 'cárcel' que recuerda a la plaza de tierra de la película original. Pasando por los nombres de personajes de la saga clásica, el ya mencionado César, Cornelia (versión femenina del Cornelius que inmortalizó Roddy McDowall), Ojos brillantes (tal y como llamaba Zira a Taylor). Dodge Landon, el joven maltratador de simios que encarna Tom Felton (actor encasillado en personajes malvados tras interpretar a Draco Malfoy en las ocho películas de Harry Potter), es una combinación del nombre de los dos astronautas (Dodge y Landon) que acompañaban a Taylor en la película de 1968. Se reproducen frases míticas de la saga original como la del primer simio que dijo 'no', o el 'quítame las manos de encima simio asqueroso'. Y, para acabar de redondearlo, aparece la imagen de Charlton Heston en un monitor de televisión.

Dejando de lado todos estos guiños que, sumados a las sutiles pinceladas sobre un vuelo espacial perdido, ya harán la delicia de cualquier fan de la saga original, estamos ante un blockbuster alejado de lo habitual. Exceptuando el tramo final en el que la acción y los efectos digitales se desatan, el resto de la película se basa en una acertada construcción de personajes y argumento que dan coherencia a todo lo que vemos. Una película sólida que tiene en cuenta lo más importante: narrar bien una historia.

Lluís Alba

dijous, 4 d’agost del 2011

Green lantern

La proliferación de personajes Marvel en el cine ha hecho despertar a los gerifaltes de DC para sacar provecho de su, también, rico universo de papel. Hace un par de décadas, la guerra en las librerías parecía ganada por Marvel, pero nadie hubiese dado un duro (recordad que hace un par de décadas todavía teníamos la peseta) por que Marvel le pasara la mano por la cara a DC también en el cine. Con la poderosa Warner a sus espaldas, era algo que no podían permitirse y, tras los éxitos cosechados por el relanzamiento de Batman y con la perspectiva futura del nuevo Superman de Zack Snyder, le toca el turno a Green lantern.

Para ello se decidió apostar fuerte y realizar una inversión de 200 millones de dólares de presupuesto, que parece haberse destinado en su mayor totalidad a la creación de efectos digitales. Pues si algo diferencia esta película del resto de adaptaciones superheroicas es la constante apariencia de película de animación por la que se pasean actores de carne y hueso. Nada que objetar, para representar fielmente el mundo de los Green lantern corps, parece esta la mejor opción. Ningún fan de los cómics podrá vociferar la recurrente queja de cambios de aspecto físico y uniformes, pues los personajes creados o retocados por ordenador son una copia calcada de los variopintos extraterrestres que aparecen en las páginas de Green lantern. Incluido el antifaz de Hal Jordan, elemento aprovechado para crear el gag más ingenioso de la película.

El mayor problema, más allá de lo económico, han sido las prisas por querer contar demasiadas cosas en un solo film. La buena narración de una historia queda relegada ante la inclusión del mayor número de elementos posibles en 114 minutos. Constantes idas y venidas de Hal Jordan entre La Tierra y Oa (planeta de los Guardianes del Universo, creadores del cuerpo de Green lanterns) hacen imposible desarrollar ninguna de las dos facetas del superhéroe. La historia de su padre y la relación familiar cuenta con un par de pinceladas que apenas guardan relación con el resto del film. El entreno y relación con el resto de Green lanterns es tan fugaz que anula cualquier grado de implicación emocional con ellos.

Parecía más indicado narrar en dos películas lo que se ha querido contar en una. Pero, Green lantern no tiene la fama mundial de Superman, Batman o, incluso, Flash. No se podía permitir la ausencia de aventuras espaciales que justificaran lo invertido en su presupuesto. En ocasiones como esta, es cuando hace falta aplicar el lema de los minimalistas: menos es más. Y no tiene porque ser aburrido.

Lluís Alba