dijous, 27 de gener del 2011

Red

Red es uno de esos proyectos que nace en un cómic con la idea de que acabe convirtiéndose en película, y ambos productos puedan retroalimentarse el uno del otro.

El cómic original de Warren Ellis y Cully Hamner es una miniserie de tres números sobre un agente de la CIA apaciblemente retirado hasta que le tocan las pelotas. Regresa a la actividad y se venga. Una historia corta, correcta, no demasiado original, pero sin mucho argumento para la duración estándar de una película. La solución encontrada es ampliar el espectro de personajes con otros agentes retirados para mayor gloria de actores veteranos que acompañan a Bruce Willis en el reparto: John Malkovich, Helen Mirren, Morgan Freeman, Richard Dreyfuss y, el simpático cameo, del nonagenario Ernest Borgnine.

El resultado no es ni mejor ni peor que el cómic. Simplemente es otra cosa. La historia ruda y seca se convierte en una agradable comedia de acción que, salvando las distancias, recuerda al Space Cowboys de Eastwood. Aunque el talento de Robert Schwentke todavía no es equiparable al de maestro californiano, sí que comienza a ser un director a tener en cuenta tras su anterior (y reivindicable) película: Más allá del tiempo (The time traveler’s wife, 2009).


Lluís Alba

Más allá de la vida

Como leo en la crítica de Carlos Díaz Maroto, Más allá de la vida no es la primera incursión de Eastwood en el género fantástico. Pero sí es la primera vez que lo hace explícitamente.

El esquema de varias historias cruzadas en un mundo globalizado, nos retrotrae en una primera instancia al cine de Iñárritu y, concretamente, a Babel. Pero el estilo clásico de Eastwood no tiene nada que ver con el del director mexicano. Llamo estilo clásico a aquel en el que cada secuencia, cada plano, cada imagen tienen un motivo pensado y justificado para aparecer en pantalla. Eastwood logra una gran película con un material que, en manos de otro director, podría haber resultado una ñoñería inaguantable.

Las tres historias contadas en paralelo sirven para explicar la misma experiencia desde ángulos distintos. La protagonizada por Matt Damon en la que sus dotes psíquicas ya han sido alcanzadas, la de Cécile de France encarna la persona que se debe enfrentar al descubrimiento de una vida después de la muerte y la de los gemelos George y Frankie McLaren en la búsqueda de que exista esa posibilidad.

El habitual rigor en el guión de Peter Morgan nos enfrenta ante un tema fantástico de la manera más respetuosa posible. Aunque, como lo que quiere explicar el personaje de Cécile de France, la película se decanta sin tapujos por convertir en real un tema fantástico, está narrado con tal solidez que agradará a creyentes y escépticos.


Lluís Alba

dimecres, 19 de gener del 2011

El demonio bajo la piel

Michael Winterbottom es un director difícil de clasificar. Cada película toma un género diferente. Ciencia ficción, drama, documental, experimental, adaptaciones imposibles etc…

El demonio bajo la piel es genuino cine negro, ambientado en los 50, una época en el que todavía el género tenía algo que decir en los EEUU. Pero con la salvedad de estar filmada en 2010, y las sádicas escenas de tortura se muestran explícitamente y no fuera de plano como mandaban los antiguos cánones. Tampoco hay para asustarse, dichas muestras de sadismo y violencia física nada tienen que ver con el torture porn de Saw o similares, a pesar de que se haya querido incidir en ello.

Como toda película de cine negro, la acción suele cambiar dinámicamente entre los diversos escenarios de un mismo lugar. Incluye múltiples referencias a un pasado que el espectador debe ir recolocando como un puzle, al mismo tiempo que se citan un sinfín de nombres yankees que sólo logran que nos perdamos más en su argumento. Salvo que vayamos ataviados de boli y papel, parece imposible seguir el 100% de sus recovecos.

Tampoco importa demasiado conocer todos los detalles, eso se deja para un segundo ocasión en la que se pueda enriquecer el primer visionado. La esencia del film es el personaje encarnado por Casey Affleck (quién robó toda la capacidad interpretativa de su hermano), descubrir su demonio (o asesino, si leemos el título original) interior, su trauma infantil que justifica a todos los asesinos en serie de la realidad o ficción.

Si toda esa introspección del personaje no resulta lo suficientemente interesante, por lo menos, puedes llevarte grabada en la retina la imagen de los culos desnudos de Jessica Alba y Kate Hudson. Hay películas que no dan ni para eso.


Lluís Alba

The green hornet

Michel Gondry da el salto al cine mainstream con la adaptación del serial radiofónico y, posteriormente, más conocida como la serie de televisión que catapultó a Bruce Lee al estrellato estadounidense: The green hornet.

Para el que busque algún referente, The green hornet es más parecido a las comedias juddapatowianas de Seth Rogen, su actor principal y guionista, que al cine de autor de Gondry. Curiosamente el cineasta francés rechazó al protagonista de Lío embarazoso para protagonizar ¡Olvídate de mí! Y, ahora, es el propio Rogen quien solicitó a Gondry para dirigir su proyecto. Demostrando que el actor y guionista estadounidense no es nada rencoroso y sí muy conocedor de sus limitaciones.

The green hornet no tiene el presupuesto de otras sagas de superhéroes recientes, por lo tanto no es la más espectacular, ni está llena de gráficos generados por ordenador. Pero sí que es una de las películas más solventes del género, un guión bien construido, buenos personajes y una dirección eficaz que deja las escenas más espectaculares para el final. Convirtiéndose en una película que dignifica el género y logra su principal objetivo: entretenimiento puro para una tarde de cine.

No es que se salga de los tópicos habituales, pero por lo menos sabe aportar detalles infrecuentes. Como el anti-triángulo amoroso no formado por Reid, Kato y Leonore, los chistes auto-paródicos sobre la edad de Cameron Diaz, o el malvado Chudnofsky que, empeñado en no resultar burlesco, consigue todo lo contrario.

Mención especial para el doblaje. Si ya, por norma, tiende a empeorar la película original, cuando se trata de imitar acentos, es para que desear que una infección vírica deje mudos a todos los dobladores. Todavía no sé si el que presta la voz a Christop Waltz pretendía simular acento ruso, alemán o catalán.

Sin olvidar tampoco a nuestros amigos los traductores. Habitualmente ya hacen el ridículo en sus particulares interpretaciones de los títulos de las pelis. Aquí dejan para el recuerdo (de la vergüenza ajena) unos diálogos entre los empleados del periódico, que debaten entre los nombres de The green hornet o El avispón verde, para referirse al nuevo enmascarado que recorre las calles nocturnas de la ciudad.


Lluís Alba

dijous, 13 de gener del 2011

Animal Kingdom

David Michôd debuta en el largo de ficción con una thriller de familia mafiosa narrado para los amantes del cine “indie”. Aplaudida y premiada en pasado festival de Sundance, una muestra más de por dónde van los tiros de una película enmarcada en el género negro sin querer aparentarlo formalmente.

Narrar buenas historias de forma eficaz como en la época dorada del cine negro de Hollywood parece algo imposible en la actualidad. Con una sola película, no puedo deducir si Michôd no se cree capaz de ser un buen narrador clásico o simplemente no le interesa y busca una nueva visión del género. Si se trata de lo segundo (como es de suponer), aplaudo su opción, parece más necesario buscar nuevas fórmulas que recrear (por muy bien que se logre) las pasadas. Siempre podremos recurrir al DVD, Blu-ray, Divx, mkv, Utraviolet o el siguiente formato que surja para poder recrearnos en un pasado que siempre nos parecerá mejor.

Animal kingdom sigue algunos cánones del género negro dentro de los clanes mafiosos. Trata sobre unos criminales, tienen conflictos internos en la familia, hay venganzas, asesinatos, trepas. Aparecen polis corruptos, también los honestos (gran Guy Pearce) que siempre van a rebufo de los “malos”. Pero, para tomar distancias, para innovar, para ser diferente, esta película no nos explica jamás a que se dedica la familia mafiosa, no vemos lógica a sus asesinatos, ni motivaciones, ni sabemos por qué la policía los persigue de tal manera. Entramos en la película con una historia ya comenzada, entramos en la familia como el joven protagonista que se muda a casa del clan mafioso. Él tampoco sabe que ocurre, aunque sabe que ocurre algo.

Los espacios en blanco que una película clásica se hubiese encargado de narrar magistralmente, aquí sirven para que el espectador más receptivo a las películas de autor esté más atento para tratar de seguir la narración. Mientras que el resto, aburridos por la espera de que alguien les explique que está pasando, podrán dormir una buena siesta.


Lluís Alba

Twelve

Joel Schumacher parece un tipo descarado. Se atrevió a evidenciar la homosexualidad de Batman y Robin en sus dos películas sobre el superhéroe. Lo único que logró fue acabar con una franquicia multimillonaria iniciada por Tim Burton. Ahora, a sus 71 años se atreve con una película sobre la juventud pija norteamericana de hoy en día.

Cierto es que en los 80 ya trató un tema parecido con St. Elmo, punto de encuentro (St. Elmo's Fire, 1985) y, por qué no, en Jóvenes ocultos (The lost boys, 1987). Sin embargo, la enésima película sobre pijos neoyorkinos que van de fiesta en fiesta, follan sin parar, toman drogas de diseño (el título de la película toma el nombre de una de ellas) y acaban autodestruyéndose, no tiene visos de captar el interés del gran público. Ni siquiera podría especificar a qué público se dirige.

Schumacher parte de la base de un libro escrito antes que la serie Gossip Girl, sin embargo parece que se haya fijado demasiado en ella para dirigir esta película. Si los puntos en común entre la serie y la película pueden ser casuales, ya no lo es tanto que escoja como protagonista a Chace Crawford, uno de los intérpretes principales de Gossip Girl. Eso sí, para la voz en off del narrador recurre a su actor fetiche: Kiefer Sutherland, casi un guiño a sus funciones interpretativas en Última llamada (Phone booth, 2002).

Salvo que alguien sea muy fan del género (si es que hay un género que defina a este tipo de películas), no es una película demasiado imprescindible, más bien lo contrario.

Lluís Alba