dilluns, 23 de febrer del 2009

Vals con Bashir

Cuando Ari Folman decidió rodar un documental autobiográfico sobre la guerra del Líbano, decidió que el mejor modo de hacerlo era con una película de dibujos animados. De otra forma sólo podría haber mostrado una serie de personajes entrevistados frente a la cámara. Gracias al director artístico David Plonsky se pueden ver unas imágenes mezcla que en apariencia parecen hechas a partir del rotoscopio (como Waking Life o A scanner Darkly de Richard Linklater), pero realmente son una mezcla de animación Flash, clásica y 3D. Técnicamente es muy buena, un efecto visual a las antípodas de lo acostumbrado por Disney, Pixar o Dreamworks. Probablemente una técnica menos costosa, pero que la imaginación y el talento no dejan nada que envidiar a estas grandes compañías. ¿Se atreverán algún día a hacer un giro en su estilo de animación?

Estilo artístico a parte, la peli nos muestra, como tantas veces, lo absurdo de la guerra. Seguramente es algo que ya hemos visto mucho en el cine (parece un Apocalypse Now en dibujos) pero mientras siga habiendo guerras no creo que sobre una peli más sobre el tema.

Pero con un punto de partida novedoso, la investigación que hace el protagonista (el propio director) sobre sus años en la guerra del Líbano nace a partir de un recuerdo borroso sobre una masacre en Beirut. A partir de ahí hace un recorrido entrevistándose con sus compañeros soldados para intentar recordar lo que realmente ocurrió esos meses. Un punto de partida que nos hace reflexionar sobre la memoria, el subconsciente y de que lo que realmente recordamos puede ser igualmente real y falso. Con una serie de secuencias oníricas en las que cada persona recuerda algo a su manera aunque bien podría haber ocurrido de otra forma. Todo ornamentado con la alegre y despreocupada música ochentera que contrasta con las imágenes de la guerra.

La mayoría de las personas entrevistadas son las auténticas en la vida real y prestan sus voces a la película, excepto dos que prefirieron no salir y se les cambió el nombre. Pero sí que se usaron sus auténticas declaraciones.

También sirve esta película para que el inquieto espectador se estimule y busque información sobre unos hechos históricos, de los cuales nuestra bonita enseñanza histórica en EGB o BUP no nos dijo nada, pues a duras penas se llegaba a La guerra civil. A veces me pregunto si era necesario año tras año repetir la misma historia para no recordar nada de adultos. Un sistema escolar que cada vez parece ir a peor y sólo nos enseña a aprobar y no a aprender.

Creo que los dibujos animados permiten ver unos hechos terribles desde una cierta distancia. A pesar de que vemos masacres, asesinatos y explosiones, nos parecen irreales e incluso podemos llegar a pensar que sólo es ficción. Por eso, cuando el director nos tiene atrapados en esa ficción nos muestra una aterradora secuencia final con imágenes reales de archivo para golpearnos en nuestra conciencia y darnos cuenta de que todo lo horrible que hemos visto pasó de verdad.

Lluís Alba

diumenge, 22 de febrer del 2009

El luchador

El luchador es la película más convencional de Darren Aronofsky hasta la fecha. Seguramente tras La fuente de la vida, tan ambiciosa como difícil de comprender, necesitaba hacer algo más estándar. Un camino abierto con El luchador, que parece que seguirá así en sus próximos proyectos: un remake/secuela de Robocop y The fighter, una peli de boxeo.

Con ello no quiero decir que no pueda hacer buenas películas. El luchador es un ejemplo de ello. Seguramente no sea una peli tan arriesgada ni innovadora como pueden ser Pi o Réquiem por un sueño, pero no deja de tener detalles en los que se nota que no es una película más de Hollywood. Pues Aronofsky sigue moviéndose en circuitos independientes, a pesar del éxito encontrado en esta película.

Nos muestra la historia de una persona que ha estado en la cima del éxito, siendo una de las estrellas más conocidas del mundo de la lucha libre americana, pero 20 años después se encuentra viviendo sólo, sin poder pagar el alquiler, trabajando a días sueltos entre semana. Mientras que, los fines de semana, hace lo que realmente le gusta y vuelve al ring en circuitos marginales. Ahí es donde realmente se encuentra a gusto, se nota una camaradería entre sus compañeros de lucha y es por lo que le vale pena seguir viviendo

Para encarnar a este personaje, no se podría haber escogido nadie mejor que Mickey Rourke (tras barajarse actores como Nicholas Cage (horror) o Sylvester Stallone), pues se interpreta a sí mismo. Con un físico tocado y una cara deformada por el botox, encarna perfectamente a Randy “The ram” Robinson, que para mantener su físico musculado debe endeudarse para poder pagarse una enorme cantidad de esteroides.

Personajes como Randy “The ram” Robinson, los hay a montones en esta vida. No sólo el haber triunfado y caído, si no gente que no ha llegado a triunfar pero no saben vivir de un modo mediocre tal y como nos marca la sociedad. Personas que son como zombies sin vida entre semana y sólo se encuentran realmente viviendo durante el fin de semana cuando pueden realizar sus sueños. Para Randy sólo existe el mundo de la lucha, el resto de los días se los pasa deambulando en un bar de striptease, bebiendo o dejándose caer por su furgoneta. Un hombre anclado en un pasado glorioso que nunca volverá, como se enfatiza en la escena que juega en una Nintendo de 8 bits contra un niño que le habla del Call of duty 4. Una muestra de lo difícil que es saber adaptarse a los tiempos y siempre creemos que lo que vivimos en la juventud es el presente y más si ha sido exitoso.

En el bar de striptease Randy se relaciona con Cassidy (otra estupenda Marisa Tomei, y no lo digo sólo por su físico), casi un alter-ego femenino de Randy. También con problemas para relacionarse, es una madre soltera que a sus 45 años debe seguir compitiendo en una barra de strip-tease con chicas de 20.

Además de ahondar en la psicología de estos perdedores, también se nos muestra el fascinante mundo de la lucha libre americana. Un curioso teatro de peleas dónde prima la violencia por encima de todo. A pesar de que no son combates reales, sí que son reales los riesgos físicos a los que se enfrentan. Vemos como Randy se esconde una cuchilla para cortarse y dar más credibilidad a la batalla, o cómo se clavan grapas de verdad para regocijo de los sádicos espectadores.

Pero no por ello deja de ser su vida, tal y cómo la escogieron (si es que realmente alguien escoge algo en su vida). (Ojo, viene SPOILER del final) De ahí a un final coherente y poco usual en el cine de Hollywood, dónde Randy, tras un infarto, debe escoger entre vivir como una persona común o morir en el ring. Con un último plano que resume la idea de la película, cómo en un su último salto va tanto hacia la gloria como hacia el final de su vida.

Lluís Alba

divendres, 20 de febrer del 2009

Slumdog millionaire

Si algo tiene Danny Boyle es que no dirige una misma película dos veces. Variando de género y de estilo entre una y otra. Incluso cuando ha logrado éxitos como con 28 días después, no ha dudado en ningún momento de que él no debía dirigir la secuela. En esta ocasión se ha permitido el placer de poder rodar una película en la india, de bajo presupuesto.

Slumdog millionaire estuvo a punto de estrenarse directamente en DVD, debido a su bajo presupuesto y ausencia de estrellas mediáticas. Pero no es de extrañar el éxito obtenido en Hollywood. Pues es una historia de las que suele gustar al público medio de los EEUU, una historia de superación personal con final feliz, donde el amor prevalece por encima de todo.

Con una propuesta original: Jamal, un joven indio de los suburbios accede al concurso ¿Quién quiere ser millonario? Con poco bagaje cultural, todos se preguntan cómo es capaz de responder correctamente a todas las preguntas del Sobera hindú, y se le acusa de hacer trampas. Así la película nos narra a modo de flashbacks, segmentos de la vida de Jamal evocados por las preguntas del concurso.

Cada segmento nos muestra una historia de superación por la que Jamal ha tenido que pasar en su vida, junto a su hermano Prem. Ambos han vivido en el mismo ambiente, pero mientras Jamal siempre ha sido bueno, su hermano no lo es tanto. La película es algo moralista, Jamal supera sus adversidades con suerte o con su bondad, acaba teniendo la recompensa de ganar un concurso televisivo, indicándonos que si se desea triunfar en la vida es mejor ir por el lado bueno, cuando la realidad nos muestra todo lo contrario. Incluso, aunque parezca que su objetivo sea hacerse millonario (como cualquier concursante), a él no le mueve el dinero para progresar en el concurso, si no el amor por Latika.

Sin llegar a ser un retrato de la realidad de Bombay (incluso se la ha querido comparar con Ciudad de Dios), sí que se aprovecha para mostrarnos pinceladas de la sociedad hindú a través de sus flasbacks: revueltas de fanáticos anti-islámicos, contraste abismal entre la pobreza y la riqueza, el avance tecnológico de las telecomunicaciones y los bailes de Bollywood. Mostrándonos una sociedad dónde es difícil encontrar a alguien decente, siendo Jamal un extraño entre las demás personas.

Lluís Alba

dimecres, 18 de febrer del 2009

Viernes 13 (2009)

Michael Bay ama el cine espectáculo, de eso no me cabe la menor duda, se ha propuesto revisar todos los iconos de los que debió disfrutar en su infancia y juventud. Responsable de la producción del remake de Carretera al infierno, después de dirigir Transformers, produce este remake de Viernes 13, y prepara una nueva versión de otro de los mitos del terror de los 80: Pesadilla en Elm Street y, si tiene éxito, cosa que no dudo, vaticino un nuevo Freddy vs. Jason en menos de 10 años.
Por desgracia, su visión como director deja mucho que desear para la mayoría de aficionados al cine, por suerte su huella de cine mareante y confuso no se imprime en Marcus Nispel, quién ya dirigió el remake de otro de los mitos de terror de los 70-80: La matanza de Texas.

Aunque la filmografía de Marcus Nispel no es para tirar cohetes, por lo menos es un director que sabe reconocer sus limitaciones artísticas y no busca recrearse en imágenes imposibles ni en dejar una huella personal en su cine. Podríamos ponerlo al lado de directores como Brett Ratner o Gore Verbinski (a pesar de que este empezó con una película maravillosa con el horrible título español: Un ratoncito duro de roer). Por lo que no nos encontramos ante el caso de un remake que aporte (casi) nada nuevo a la saga, cosa que Rob Zombie sí consiguió en la gloriosa primera mitad de Halloween, el origen.

Este Viernes 13 es un compendio de las tres primeras partes de la saga (que ya podrían considerarse remakes). El lógico motivo de hacer un remake de tres partes juntas, es porque fue necesario llegar a una tercera parte para acabar de definir el icono de Jason. Recordemos que, en la primera parte, la asesina es la madre de Jason y este sólo aparece en un sueño, en la segunda Jason lleva una máscara de trapo y, en la tercera usa por primera vez su característica máscara de hockey, imagen que ya no dejará nunca más.

Así la peli apenas aporta nada nuevo, excepto alguna nueva forma de matar de Jason, y una (muy pequeña) sorpresa hacia el tramo final de la película que enlaza con el prólogo de la peli. Por lo que vemos un conjunto de tías buenas con las tetas operadas, y tíos buenos musculados, que parecen modelos recortados de un catálogo de moda sobre cuerpos de actores porno. El sexo y la afición por las drogas blandas, es igual que en el de las pelis originales. Y Jason se encarga de que no disfruten demasiado.

Pero cumple con los mínimos, una peli entretenida dentro de su género y bien realizada. Para los aficionados a la saga también se pueden entretener en la búsqueda de imágenes o secuencias a las pelis originales: La cabeza de la madre de Jason entre las velas a modo de santuario, la mítica imagen de Jason atravesado medio cuerpo por una ventana, la primera vez que se pone la máscara de hockey también es en un granero. Hacia el final (SPOILER) vemos como la forma de “matarlo” es similar al de la tercera parte y el epílogo es un homenaje a la secuencia final del lago en la primera parte. (A su vez ya homenajeado en la tercera parte)

El único interés de este remake es el de rentabilizar una franquicia de éxito para que los adolescente actuales vayan al cine a ver una película igual a otra realizada hace más de 20 años por considerarla antigua. Una pena que la imaginación de Hollywood no dé para más, ni para arriesgarse a probar con nuevos monstruos terroríficos. Prevaleciendo el negocio por encima de la imaginación artística. Suponiendo que esta nueva versión tenga éxito, veremos más secuelas de Viernes 13 durante los próximos años. Y, dentro de 25 años, volveremos a ver otro remake y nuestras vidas podrán ser calculadas contando cuantos remakes de Viernes 13 hemos podido llegar a ver.

Lluís Alba

dijous, 12 de febrer del 2009

Viernes 13 (1980)

Viernes 13 (1980) – Friday the 13th
Sean S. Cunningham

Sean S. Cunningham, junto al guionista Victor Miller, son los que ostentan el honor de haber iniciado esta saga cinematográfica. Cuninngham fue productor de la película de Wes Craven: La última casa a la izquierda. Tras dirigir un par de películas de comedia sin mucho éxito, vio que una película de terror como Halloween (de John Carpenter) tuvo éxito y se decidió a hacer una película similar a partir de la superstición anglosajona del Viernes 13. Encargó a Victor Miller que elaborara un guión parecido a Halloween, y este se fue a verla al cine a tomar apuntes, fijándose en los elementos principales para que funcione una peli de terror slasher: Abrir la película con una escena impactante, muchos asesinatos en cadena con arma blanca preferentemente y matar a los que practican sexo mientras la joven virgen debe quedar viva hacia el final de la película.

Para esta primera película se contó con una serie de jóvenes actores desconocidos en la época, de los cuales sólo Kevin Bacon ha seguido teniendo éxito como actor hasta nuestros días, y también destaca la presencia de Harry Crosby, hijo de Bing Crosby.

Entre los actores adultos, está Betsy Palmer, que interpreta un papel decisivo, la madre de Jason Voorhees. Palmer aceptó el papel porque necesitaba el dinero para comprarse un coche, pensando que sería una película que pasaría desapercibida por el público. Durante años renegó de la película, pero en la actualidad es todo lo contrario, pues es su papel más famoso y acude asiduamente a convenciones de cine de terror.

Uno de los artífices del éxito de la película es Tom Savini, el creador de los efectos especiales, que ya había tenido éxito recientemente Zombi de George A. Romero. Fue el artífice de efectos especiales novedosos como la muerte de Kevin Bacon, atravesado por el cuello desde debajo de la cama. Una secuencia que debía rodarse en una sola toma, y Savini estaba debajo de la cama preparado para bombear la sangre en el momento adecuado, pero la bomba se estropeó, y Savini tuvo que ingeniárselas rápidamente para soplar y hacer que la sangre saliera del cuello de Kevin Bacon, provocando que Savini quedara totalmente empapado de sangre.
También fue improvisado sobre la marcha el aspecto de Jason niño, pues la escena final no aparecía originalmente en el guión, ni se había pensado en un inicio que fuera deforme.

Harry Manfredini, fue el creador de la música tan característica que acompaña a la saga (una peli de terror no sería nada sin una música que pueda recordar al asesino). Lo que suena como Ki, ki, ki, mah, mah, mah, está sacado de la frase de la película Kill her, mommy (Ki, de Kill y mah de mommy) que dice con voz de niño la madre de Jason, como si este hablara a través de ella.

Ari Lehman, a sus 13 años, tuvo el honor de haber sido el primer actor en interpretar a Jason Voorhees. Ya había colaborado con Cunningham en la comedia: Manny’s Orphan, y su carrera como actor desapareció en esta película para dedicarse a la música con su grupo reggae Ariben moses band y prepara un proyecto de rock basado en la mente de Jason en Viernes 13 1ª parte (sic). Recientemente también ha vuelto a aparecer como actor en películas de terror de bajo presupuesto como ThanXgiving y Hell-ephone.

La película fue rodada durante 28 días, en Blairstown, pequeña ciudad de Nueva Jersey y se utilizó un campamento real de Boyscouts llamado Nobebosco.
La clave principal del éxito de la película cabe buscarla en la buena distribución que hizo Paramount en los EEUU (Warner se encargó de distribuirla en el extranjero), promocionando masivamente por primera vez una película de este tipo y distribuyéndola a más de 1.000 cines. Fue un éxito del verano de 1980, superando en espectadores a películas como El resplandor o Vestida para matar.

Aunque fue duramente tratada por la crítica, su recaudación final de 39 millones de dólares (contra los 700.000 que había costado), hizo que no se dudara ni un segundo en producir una secuela.

Como película también hay que reconocerle sus méritos para el éxito: Un inicio impactante, el rótulo del título rompiendo un cristal, una música bien característica, buenos efectos especiales en escenas impactantes, saber crear suspense en el que no sabemos quién es el asesino hasta el final de la película, haciendo uso de la cámara subjetiva para crear tensión. Y un final que tiene muchas influencias de Psicosis de Hitchcock, siendo una variante curiosa en la que es la madre quién se hace pasar por el hijo y no al revés como Norman Bates.

Lluís Alba

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dimarts, 10 de febrer del 2009

El desafío - Frost contra Nixon

No tenía puestas muchas esperanzas en esta película, pues Ron Howard no es Santo de mi devoción. Aunque de niño, sin saber quién era Ron Howard ni un director de cine, me gustaban sus películas: 1,2,3... splash, Cocoon o Willow. Pero algunas de sus recientes películas me producen rechazo como la oscarizada Una mente maravillosa o El grinch (película que me produce dolor de estómago), sumadas a algunas mediocres como El código Da Vinci (aunque creo que es más culpa del libro de Dan Brown) provocando que no me esperara gran cosa en este Frost contra Nixon.

Tampoco tenía ni idea de la existencia de este David Frost, ni mucho menos de su entrevista a Nixon. Preguntando a mis progenitores, que sí vivieron esa época, tampoco sabían nada de dicha entrevista, por lo que deduzco que su gran éxito se redujo al mundo anglosajón.

Una parte determinante del gran valor de esta película está en el guión de Petet Morgan, basado en su propia obra teatral de éxito en el West End londinense y en Broadway. Contando con los mismos actores protagonistas de la película: Frank Langella y Michael Sheen. Los dos están estupendos, como es habitual en ellos, el personaje de Nixon es el que permite (si se hace bien) demostrar que Langella es un grandísimo actor, haciendo una mezcla de imitación (perfecto en la voz, gestos, poses) y de actuación que debería valerle el Oscar a pesar de que Mickey Rourke parezca predestinado a ganarlo. Pero Michael Sheen también está estupendo, aunque no puedo decir si su interpretación se ajusta al Frost real, pues no lo he visto nunca. Curiosamente Michael Sheen participó en The Queen, interpretando memorablemente a Tony Blair, una película que cuenta también con guión de Peter Morgan.

La peli se divide en dos partes bien diferenciadas, primero se presenta el proceso de cómo Frost y su equipo tienen que preparar para montar la entrevista, donde se nos presenta a los personajes, sobretodo descubrimos a Frost, como conoce a su novia (Rebeca Hall, lo mejor de Vicky Cristina Barcelona), y a sus ayudantes. Dando pie a un truco de guión por parte de una iniciativa del personaje de Sam Rockwell, que servirá para que, al final, Frost gane el combate... digo la entrevista. Pues en esta segunda parte de la película estamos ante una entrevista, filmada como si de una película de boxeo se tratara. Mientras los dos interlocutores se enfrentan uno al otro, usando todos los trucos posibles (con un Nixon cuya mayor experiencia y labia dejan descolocado a Frost), mientras que vemos al equipo de cada uno como observan la entrevista desde una sala contigua.

Esta analogía con una película de boxeo, buscada desde un inicio, se muestra evidentemente hacia el final cuando ya hacen referencias a términos de este deporte, que no reproduciré aquí para no estropear un final previsible para el que haya leído de que va el tema o conozca la entrevista.

Además de contar con unos interesantes diálogos y, en ocasiones, muy divertidos (provocando que se tome cierta simpatía por Nixon, enfatizando que Frost está lejos de conseguir su propósito). También me gustaría destacar al personaje de Kevin Bacon. Retrata perfectamente a un tipo de personas que desgraciadamente existen en la realidad. Un asesor de Nixon, casi su mano derecha, es ese tipo de personas que se enamoran de su jefe y lo defienden a muerte aunque sepan que se equivocan. Seguramente llegan a sentir tal devoción por un superior que no son capaces de ver más allá de esa persona. Gente con poder (y no hace falta que sea del grado de un presidente de los EEUU, si no que basta con cualquier jefe de una empresa) que necesitan a esos perros falderos que les defenderán a muerte. Cuesta entender que haya gente que se preste a ello.

Volviendo al tema principal, Ron Howard filma su mejor película hasta la fecha, aunque partiendo de un excelente guión (que algo tiene que ayudar). Lástima que le dieran el Oscar por ese bodrio de Una mente maravillosa y no por esta.

Lluís Alba

diumenge, 1 de febrer del 2009

El curioso caso de Benjamin Button

El curioso caso de Bejamin Button es una de las películas más emotivas de los últimos años. Con la excusa del decrecimiento de Button, nos hace una reflexión sobre la vida desde otro punto de vista al que estamos acostumbrados. Además de la acostumbrada buena dirección de Fincher me gustaría destacar el excelente guión de Eric Roth, lleno de frases inteligentes en los pensamientos de un Button, algo que no debe ser fácil para poder representar lo que nos dice alguien es anciano y joven a la vez.

Aunque se haya querido comparar a Forrest Gump, por tratarse del mismo guionista, hay diferencias abismales en el tratamiento del personaje y de la historia entre ambas películas. Forrest Gump aprovechaba una historia personal de superación para relatar hechos de la historia de los EEUU. Aquí la historia se centra en las vivencias de una persona que tiene que aprender lo mismo que todos en la vida pero en circunstancias diferentes. Sí aparecen pinceladas de la historia de los EEUU, pero no son tan determinantes como en Forrest Gump.

Visualmente la peli se podría disfrutar sin escuchar ni un diálogo, y ya sería una maravilla. Además del perfeccionismo técnico que hace creíble ver a un Brad Pitt en varias edades, también cabe destacar las imágenes de David Fincher y todo el equipo artístico. Cómo en aprovecha los elementos inertes en algunas escenas para mostrarnos perfectamente un sentimiento. A bote pronto recuerdo el comedor vacío en el hotel dónde se había reunido cada noche con su primer amante, el piano sin la señora que le enseñó a tocar. También me gustaría destacar la secuencia de un accidente de coche, mostrada sin accidente para que nos imaginemos algo mucho más trágico que si lo viéramos directamente en la pantalla.

Si sin escuchar un sonido la peli es una maravilla, si le sumamos los diálogos, llenos de frases que dan ganas de volver a ver la película para apuntarlos en una libreta, convierte a esta película en una de las obras maestras del año. Con un guión que sabe tocar la fibra sensible sin entrar en dramatismos facilones. Y deja a uno deseoso de ver Slumdog millionaire de Danny Boyle para ver cómo es una película que ha arrebatado (hasta ahora) los mayores premios a la de Fincher.

Lo único que lamento es que la peli no se extienda más en los últimos años de Button, hubiera sido interesante ver más detenidamente a un joven veinteañero o quinceañero pero con la sabiduría de un anciano dentro.

Lluís Alba

Valkiria

Dos de los iconos gay más importantes de Hollywood se han juntado para explicarnos un capítulo de la Alemania nazi en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.

La operación Valkiria, el complot para asesinar a Hitler organizado por el Coronel Claus von Stauffenberg, es una historia poco conocida a pesar de haberse llevado al cine en varias ocasiones (siendo La noche de los generales el más conocido) y en muchos telefilms, como recientemente pudo verse en Antena 3.

La peli cumple con lo principal, te explica la historia de una manera clara, te entretiene durante dos horas, está bien interpretada, todo es creíble. Pero no tiene nada que dé la impresión de ser una película importante y que pasará al olvido fácilmente.

Y más teniendo en cuenta que está creada por el mismo director y guionista de Sospechosos habituales. Cuesta encontrar en Valkiria algo destacable tanto a favor como en contra. Incluso actores como Tom Wilkinson o Terence Stamp que nos tiene acostumbrados a soberbias actuaciones, pasan como actores correctos.

Es una película que tiene más su sitio en una escuela como documento histórico que en el cine como obra de arte.

Lluís Alba

La duda

John Patrick Shanley, autor teatral, guionista de cine y esporádico director, es el mismo que ha decidido llevar su obra de éxito al cine. Esta es su segunda película como director tras Joe contra el volcán. Así que no entraré en comparaciones con su anterior obra tanto de director como de guionista (que incluye pelis decentes como El asesino del calendario, Viven o despropósitos de la talla de Congo).

La duda no nos oculta en ningún momento su origen teatral. Su puesta en escena está prácticamente supeditada a los actores y a sus diálogos. De hecho hay pocas concesiones a que las imágenes nos hablen por sí solas. Y cuando ocurre eso es para mostrarnos algun simbolismo de manera poco sutil (tan poco sutil que yo mismo he sabido verlos a la primera), como en dos secuencias unidas, en la que la primera acaba con Meryl Streep mirando en un contrapicado hacia la cámara, enlazada con la siguiente escena de Philip Seymour Hoffman mirando hacia arriba. Haciéndonos ver que ella se siente con la razón y quiera tener vigilado al padre Brendan Flynn, mientras que este se siente observado.

Así su mayor mérito está en unos diálogos que representan una lucha dialéctica entre dos puntos de vista sobre la Iglesia, paralelismo de lo que se estaba tratando al mismo tiempo en el Concilio Vaticano II. Mientras que Meryl Streep interpreta a la hermana Aloysius Beauvier más conservadora, le cuesta adaptarse a los nuevos tiempos, Philip Seymour Hoffman es el padre Brendan Flynn un cura con métodos más modernos y que tiene facilidad tener empatía con sus feligreses y alumnos.

Estos dos puntos de vista se chocan por la idea inequívoca que tiene la hermana Beauvier de que el padre Flynn ha abusado de un menor. Tratando de demostrar todo el rato que tiene razón, sin importarle la opinión de los demás. Así escena tras escena, diálogo tras diálogo entre los dos protagonistas, y los dos secundarios de lujo la joven hermana James (Amy Adams) y la madre del presunto niño abusado (Viola Davis, en un papel breve pero memorable), iremos viendo que escavando poco a poco la realidad es mucho más compleja de lo que quiere admitir la hermana Beauvier.

Lluís Alba