dimecres, 30 de setembre del 2009

¡El soplón!

Soderbergh es un director inquieto, acostumbrado a traernos una o dos pelis por año sin que ninguna se parezca al anterior. Tras el ejercicio semidocumental sobre la figura de El Che, y sin que aquí nos haya llegado su penúltima película, The girlfriend experience, Soderbergh presenta la adaptación de un libro sobre un estafador basado en hechos reales.

La peli empieza por no tomarse en serio las adaptaciones basadas en hechos reales. Pues después del habitual cartel en el que nos dice que los nombres y lugares han sido cambiados, aparece la frase: -Chúpate esa. Pasando directamente a unos créditos con unos rótulos y música inspirados directamente en las teleseries setenteras. Aparentemente sin ninguna relación con la película, pues la acción transcurre en los 90. Quizás, en la memoria de Soderbergh, los setenta le evoquen al pasado, mientras que los 90 todavía no… o simplemente sea un toque excéntrico más.

Así seguimos los pasos de Mark Whitacre, que comienza mintiendo a su empresa por una falsa estafa y, cuando ellos contactan con el FBI, en lugar de delatarse sigue mintiéndoles sobre su empresa. Una mentira lleva a otra, y durante dos años y medio se convierte en un doble agente sin haber ningún motivo para ello. Matt Damon, tuvo que engordar 14 kg para este papel, seguramente en busca del Oscar, un transformismo que suele gustar a la Academia. Un personaje caracterizado tanto por el propio Damon dentro de la película, como por su voz en off en forma de pensamientos y la música que le acompaña. Una música que tiene un papel decisivo, pues es parte del sentimiento del propio Whitacre que nos muestra como disfruta jugando con la situación. Cuando una secuencia es totalmente de suspense, la música es de comedia, contrastando así la situación real con lo que debe estar sintiendo Whitracre.

Es cierto que los 108 minutos de la peli son prácticamente iguales, lo que facilita que el espectador se evada un poco. Algo parecido a lo que pasa por la mente de Whitacre en la mayor parte de sus conversaciones en las que su pensamiento va por un lado y la realidad por otra. Sin saber realmente porqué miente: ¿por gusto?, ¿por tozudo? ¿o por qué él es así?

Lluís Alba

El secreto de sus ojos

Aunque ya tuvo un éxito internacional con El niño que gritó puta, Juan José Campanella comenzó a tener un nombre en España a partir del gran éxito cosechado por El hijo de la novia. Curtido como profesional a medio camino entre su Argentina natal y la televisión norteamericana, donde ha dirigido capítulos de Ley y orden, de la estimable Dragnet (que se puede ver en 8TV) y House (esa serie detectivesca camuflada en forma de médico irreverente). Así en El secreto de sus ojos, combina ambos mundos con la ayuda de su alter-ego en la pantalla, Ricardo Darín.

Pues mezcla una trama policíaca con una comedia de amores imposibles que evocan al pasado. Combinando perfectamente ambos aspectos y ambas épocas, la actual y los 70 argentinos en los que el inicio de la dictadura tiene una incidencia directa con el caso y con la vida personal de los protagonistas.

Película llena de virtudes: Un guión con los divertidos e inteligentes diálogos made in Campanella. Escenas espectaculares, como el plano secuencia en el estadio de fútbol (que lo firmarían el mismo Brian DePalma o David Fincher). Actores excelentes. Y un maquillaje sutil que envejece 25 años a los protagonistas y no canta como en producciones de más presupuesto con el mal uso de la infografía.

Sí, se hace larga. Sus más de dos horas hacen que el ritmo baje un poco en su última parte, pues sus falsos finales hacen creer que la peli acaba veinte minutos antes de cuando toca. Pero en conjunto no creo que tenga nada que envidiar a elogiadas producciones recientes como El intercambio de Clint Eastwood.

Lluís Alba

Jennifer's body

Si algo quedó claro en la pasada edición de los Oscar es que el premio al mejor guión para Diablo Cody fue, como mínimo, exagerado.

Su segundo guión hará que más de un académico se tire de los tres pelos que le queden por haber creído en ella. Pues Jennifer’s body sólo se sostiene por el morbo de ver a Megan Fox comiéndose, literalmente, a los tíos de su instituto. Algo que no sirve para aguantar toda una película.

De inicio, la historia ya es lo suficientemente increíble como para entrar en ella. Y no me refiero a la parte fantástica, pues resulta más extraño que Jennifer, la tía buena del instituto sea la mejor y única amiga de la empollona Needy. Pues si la intención de esta amistad era llegar a un rollo lésbico, está tan disimulado que pasa por debajo de sutil. Y cuando Jennifer está ya poseída por un demonio, se abandona la infra sutilidad por una escena lésbica entre las dos protagonistas, de lo más gratuita. No se me entienda mal, a todos nos gusta ver escenas lésbicas entre adolescentes, pero hubiese sido mejor que tuviera algún sentido en esta historia de amigas y no sólo para crear un morbo que no es tal.

El guión también aporta frases al estilo Juno, con palabras guays entre adolescentes, que no entraré a valorar porque se pierden en la traducción (doblada o subtitulada). Y algunos detalles que pretenden dejar a los adolescentes como tontos, como es el caso en el que Needy no sabe quién es Phil Collins o como la compañera de clase que basa su creencia en la verdad porque lo ha leído en la Wikipedia. Parece como si la inteligente Juno estuviera basada en la propia guionista, y los adolescentes actuales de Jennifer’s body fueran unos completos incultos.

Si de algo sirve esta película es para demostrar que Amanda Seyfried demuestra tener un mayor abanico de expresiones que en la insulsa Mamma Mia!, y que un guión puede cambiar mucho si está en manos de un director solvente como Jason Reitman o de una incompetente Karyn Kusama, perpetradora de joyas como Aeon Flux.

Lluís Alba

dijous, 24 de setembre del 2009

Malditos bastardos

Tarantino es un genio, eso no le convierte en el mejor director de cine, pero sí en alguien único. Sólo él es capaz de tomar como referente películas de bajo presupuesto, llenar una cinta bélica de diálogos y que las dos horas y media de película pasen volando. Consiguiendo un entretenido film de aventuras bélicas como hacía décadas que no se veía. Narrada en 5 capítulos, casi auto-conclusivos, que contienen dos historias en paralelo convergentes en un final apoteósico en el que el director de Death Proof muestra su particular visión de una venganza judía sobre los nazis.

El 2 de julio de 2008, Tarantino terminó el guión de Malditos bastardos, y su intención de estrenarla en Cannes en 2009, convirtió esta producción en una carrera contra reloj. Un año es, casi, un tiempo record para una película de estas características. Cualquier contratiempo puede resultar fatal. Por eso, el rechazo de Ennio Morricone para realizar la banda sonora, supuso un nuevo reto para el director de Kill Bill vol.1 que, ni corto ni perezoso, decidió usar bandas sonoras de otras películas (curiosamente, ninguna bélica). Lo que podría haber sido un pastiche considerable, se convierte en otra genialidad por obra y gracia del director de Kill Bill vol.2.

Esta vez, Tarantino, apenas ha contado con la aportación de ningún olvidado actor mítico, salvo el cameo de Rod Taylor como Winston Churchill, no tenemos ningún John Travolta, David Carradine o Pam Grier en papel protagonista. Pero sí que se sigue rodeando de amiguetes, como hace Santiago Segura, como Eli Roth o la colaboración especial de Mike Myers.

El director de Jackie Brown vuelve a crear buenos personajes y largos diálogos, aparentemente vacíos, pero que le dan su propia personalidad a la película. El diálogo de las ardillas, ya se puede comparar al de los Big Mac franceses de Pulp Fiction. Pero también quiero destacar que todos estos diálogos y personajes han sido creados gracias a algunas actuaciones memorables, como es el caso de Christoph Waltz, una apuesta segura al mejor actor secundario en los próximos Oscar, la joven Mélanie Laurent y un Daniel Brülh que combina perfectamente la bondad de un joven ilusionado con la crueldad de un asesino nazi.

Como admirador del director de Tarantino, al menos su carrera es lo suficientemente corta como para haber podido ver todas sus películas y sus aportaciones televisivas en CSI o Urgencias, creo que estamos ante una de sus mejores películas, aunque no en su obra maestra tal y cómo nos dice el director de Reservoir dogs a través de la boca de Brad Pitt.

Lluís Alba

dimecres, 16 de setembre del 2009

District 9

Neill Blomkamp iba a debutar con la adaptación cinematográfica del videojuego Halo, y así conoció a Peter Jackson. Aunque finalmente el proyecto no se llevó a cabo, sí que sirvió para que el director Neozelandés se fijara en Blomkamp y, cuando este le presentó el proyecto de District 9 (basado en su corto Alive in Joburg), no dudó en producirlo y respaldarlo con su nombre allá donde se fuere.

La idea de la película, cuanto menos, es original. No nos presenta a unos alienígenas que vienen a invadirnos o, por el contrario, a compartir toda su sabiduría. Simplemente llegaron 20 años atrás a Johanesburgo y se tuvieron que quedar porque no sabían cómo regresar. Al no tener nada que ofrecer a los gobiernos de la Tierra, los dejaron semi-abandonados en un distrito en el que viven en chabolas apartados del resto de la sociedad. Como el propio Blomkamp se ha encargado de explicar, su origen sudafricano le ha llevado a escribir esta historia como un reflejo del Apartheid, la segregación de la gente por su raza en diferentes distritos, no hay que decir que los negros siempre fueron los peor parados. Paralelismo que también queda patente con la combinación de diferentes lenguas (alienígena, afrikáans e inglés) con total naturalidad. Algo a lo que también estamos acostumbrados en España, en las zonas que conviven dos idiomas a pesar de que sea entendido como un acto de mala educación por parte de los que sólo hablan uno.

Una vez dicho todo esto, ¿qué nos queda? Una película de ciencia-ficción que es un popurrí de todo lo que le gustó a Blomkamp cuando era joven: Aliens, Robocop, La mosca, a su vez mezclado con un estilo visual que tiene una primera parte parecida al Brian de Palma de Redacted y otra al Ridley Scott de Black Hawk derribado. Si Tarantino mezcla sus filias setenteras y todos lo tratan como genio, no veo porque debería decirse lo contrario de Blomkamp. Es cierto que todavía es pronto para comparar ambas trayectorias, o para que alguien se atreva a decir que este debut es mejor que Reservoir dogs. Pero, como mínimo, estamos ante una de las películas de ciencia ficción más estimulantes de los últimos tiempos, y eso es algo que no se puede despreciar actualmente.

Lluís Alba

dimecres, 9 de setembre del 2009

Hazme reír

Las películas de Judd Apatow son la evolución lógica de lo que deberían haber sido las de Kevin Smith. Con el estilo visual de un telefilm pero con un divertido guión, unos grandes personajes y unos buenos actores, hacen que Apatow triunfe donde Kevin Smith no pudo hacerlo.

Hazme reír es la antítesis de Enemigos públicos. Mientras que aquí el guión sobresale por encima de cualquier ejercicio estilístico, la peli de Michael Mann fascinaba por su visualización a la vez que aburría por su guión. De acuerdo, una película dirigida por Mann con guión de Apatow es un absurdo que sólo me gustaría ver a mi, pero cosas peores se han ideado (y ejecutado) en Hollywood.

Hazme reír cuenta con unos personajes tan reales y humanos, llenos de defectos, en los que ningún espectador sensato quisiera sentirse identificado: George Simmons (Adam Sandler) es un cómico de éxito, lo tiene todo, una mansión, limusina, jet privado, excepto amigos de verdad. Ira Wright (Seth Rogen), aspirante a cómico que trabaja en la carnicería de un centro comercial (una versión humorística de Mickey Rourke en El luchador), pero que es capaz de traicionar a su amigo por conseguir el trabajo soñado. Laura (Leslie Mann), la ex novia de Simmons, a pesar de tener una vida feliz con su marido e hijas sigue siendo una actriz frustrada.

La relación que se crea entre Simmons y Wright, el cómico de éxito y el aspirante, no deja de ser una de las más ambiguas de la historia del cine (y que nadie piense en la acepción sexual), pues aunque llegan a ser más que amigos, en ningún momento dejan de ser realmente más que jefe y empleado (o más bien diría amo y lacayo). Esta extraña relación consigue crear una serie de secuencias de lo más divertidas, como en la que Wright llena el Ipod de Simmons de canciones tópicas para animarle en su enfermedad.

Sandler conoció a Apatow en su programa de radio, cuando ninguno de los dos eran las estrellas actuales. Se nota que tienen una gran complicidad, logrando que Sandler sea capaz de auto parodiarse en un ejercicio catártico. Como queda patente en una frase que le dice Eric Bana: “Con lo gracioso que eres, ¿cómo haces unas películas tan malas?”

También Apatow sigue retratándose como ya lo hizo paródicamente en Virgen a los 40, aquí bajo el prisma de Ira Wright, incapaz de tirarse a ninguna chica, pero sí de romper con una incluso antes de haber hablado con ella.

El alto nivel de la película baja un poco en el último tercio, curiosamente donde aparecen la mujer e hijas de Apatow. Pero lo visto hasta el momento es tan bueno que al acabar la película uno sólo tiene la sensación de haber visto una de las mejores comedias del año.

Lluís Alba

dijous, 3 de setembre del 2009

Antichrist

Lars Von Trier ha buscado la provocación en su última película. La exagerada crítica negativa del festival de Cannes ha impulsado su comercialidad, pasando de proyectarse en salas minoritarias en v.o. para gafapastas a poder encontrarse en la mayoría de multisalas palomiteros. Donde la gente acaba vomitando o huyendo despavoridos, pues hasta ahora creían que Saw o La última casa a la izquierda eran gore.

La película empieza, en su prólogo, con el encanto poético de la estética de spot televisivo, contrastado con las imágenes que nos muestran un terrible suceso. Una estética que se va abandonando, hasta llegar a la parte final llena del gore más fuerte e hiperrealista que he podido ver desde el Giallo italiano que descubrí en los primeros tiempos de Tele 5.

Supongo que la mayoría de críticos no soportan a Lars Von Trier, demostrando cierta envidia por ver a alguien más listo rodando las pelis que le da la gana. Pues, en el fondo, todo crítico esconde un cineasta frustrado en su interior.

Lluís Alba