dimarts, 28 de juliol del 2009

Nueva York para principiantes

Nueva York para principiantes (la original traducción de How to lose friends & alienate people) está basada en la autobiografía de Toby Young, editor de la revista Vanity Fair. Por lo leído en las notas de producción de Warner: “el libro es una serie de sucesos tremendamente divertidos, pero desconectados”, se tuvo que idear algo para darle forma de largometraje. Al guionista Peter Straughan no se le ocurrió otra cosa que inventarse el personaje de Kirsten Dunst para hacer una comedia romántica.

Así la película empieza como una comedia que ironiza sobre el mundo de los famosos, con diálogos divertidos llenos de referencias cinéfilas que, junto con la inestimable ayuda del gran Simon Pegg, hacen una película más que estimable, en la que se retrata con sarcasmo el mundo cinematográfico: los trepas, los olvidados, las estrellas egocéntricas etc...

Junto con una serie de actores bien caracterizados en sus personajes: Jeff Bridges que en sus breves apariciones borda el papel de editor, Megan Fox haciendo de lo que mejor sabe hacer: de tía buena y una Gillian Anderson que nada tiene que ver con la buena de Scully. Hace pensar que podríamos estar ante una gran película.

Sin embargo, tal y como le ocurre a Sidney Young (el personaje de Simon Pegg), la película parece venderse a este mismo mundo que tanto critica para convertirse en una imposible comedia romántica de lo más simple, tópica y tontorrona. Pues, o mucho ha bajado la categoría de Kirsten Dunst, o no acabo de entender como Simon Pegg ha pasado de cómico a galán romántico.

Lluís Alba

dimecres, 22 de juliol del 2009

Harry Potter y el misterio del príncipe

No sé si será casualidad, pero desde que David Yates se ha hecho cargo de la saga, el nivel de las adaptaciones ha ido bajando considerablemente. Si Chris Columbus consiguió dos entretenidas películas infantiles, Alfonso Cuarón cambió el look a una etapa más gótica y Mike Newell conjuntó perfectamente el romanticismo con las aventuras; David Yates parece haber sucumbido a un mero encargo de meter en dos horas y media todo lo que pueda de la novela.

Como está visto que es incapaz de condensar todo lo esencial del original literario en una sola película, le han concedido la posibilidad de rodar el 7º y último libro en dos películas. Aunque esto ya se tendría que haber hecho desde la 5ª parte y, quizás, hubiésemos visto algo mejor.

La película sigue siendo fiel al libro, al menos el 50% de lo que adapta. Por lo que se deja muchas partes interesantes, como esa doble lectura que hace J.K. Rowling sobre el ministerio de magia, fácilmente comparable con nuestros políticos reales... También pasa de largo algunas partes importantes de la historia, como la exploración del pasado de Voldemort y, lo peor, la batalla final en Hogwarts que hubiese aportado algo de acción a esta película. Y muchos personajes quedan totalmente desdibujados o anecdóticos, tal es el caso de Hagrid o el desaprovechamiento de Helena Bonham Carter como Bellatrix Lestrange.

En lugar de eso ha preferido centrarse en la parte romántica de la historia, algo clave en el trío protagonista, pero a costa de no saber equilibrarlo con el resto del contenido del libro. Consiguiendo un montaje precipitado en algunos momentos para acortar su duración, teniendo su parte más negativa en un final que resultaba épico y dramático en el libro pero que en la película se ventila en pocos minutos.

A los fans de Harry Potter sólo les queda la posibilidad de releer los libros para recordar porque les gustaba esta saga, pues las películas por sí solas seguirán sin cosechar nuevos seguidores.

Lluís Alba

Bruno

Sacha Baron Cohen repite con éxito la misma fórmula de Borat con otro de sus personajes estrellas: Bruno, el mayor experto gay en moda de Austria. Y, con permiso de Pixar y Michael Mann podríamos estar ante la película del verano.

Jugando inteligentemente tanto en la promoción como en la película con realidad y ficción, se monta un ¿falso? documental que sirve para reírse nuevamente de los sectores más conservadores de los EEUU. Blanco fácil, sí, pero que se ha ganado a pulso todo el escarnio de Sacha Baron Cohen.

Como Borat, es una película en la que la que acabas descojonándote en cada secuencia. La vis cómica innata de Sacha Baron Cohen convierte esta película en una versión gay y humorística de los documentales de Michael Moore. Bruno parodia a actores de Hollywood, a productores de televisión, a homófobos, a padres capaces de prostituir a sus hijos, a católicos etc...

Aunque no aporte la sorpresa que supuso Borat, pues es una repetición de los mismos esquemas, sí que tiene la fortuna de saber renovarse con un personaje diferente y con una nueva cantidad de víctimas conservadoras, un filón que jamás se agotará.

Lluís Alba

dimecres, 15 de juliol del 2009

Paranoid Park

Por los extraños malabarismos de las distribuidoras españolas, nos llega más tarde la penúltima película de Gus Van Sant filmada antes de Mi nombre es Harvey Milk. Paranoid Park formaría parte de su segunda etapa independiente, junto a Gerry, Elephant y Last days.

Particularmente me interesa mucho más estas películas más arriesgadas. Como mínimo se puede ver algo diferente al convencionalismo habitual que hayamos en las salas de cine.

Como en Elephant, juega con el orden narrativo de la historia. Incluso se ironiza sobre ello, pues la razón de que la película no sea lineal es porque todo está narrado por el protagonista mientras escribe el relato de lo que le ha pasado en los últimos días, y se siente incapaz de hacerlo ordenado. Gus Van Sant parece decirnos que sólo un narrador novato en su primer borrador presentaría una historia desordenada.

A través de un hecho extraordinario, como es la muerte accidental provocada por Alex, nos muestra el día a día ordinario de los jóvenes actuales. Alex no muestra arrepentimiento en ningún momento, sigue actuando prácticamente igual y va haciendo lo mismo que haría si no hubiese ocurrido el desgraciado accidente. Queda con su amigo, va con su novia a la que no quiere etc...

Hay algunos momentos geniales en la película, aprovechando la narración desde el punto de vista de Alex. Así como en Los Simpsons podemos saber lo ausente que está Homer cuando enfocan su cerebro, aquí el simple cambio de banda sonora en una misma secuencia nos indica cuando Alex está escuchando o no a su novia. También nos muestra a la mayoría de adultos desenfocados o fuera de plano, que es la sensación real que debe tener de ellos un adolescente.

Aunque no estemos en el mismo caso de las películas de Larry Clark, sí vemos que hay ciertas similitudes entre los personajes que retratan. Ambos directores nos muestran como navegan sin rumbo los jóvenes de la sociedad del bienestar, como si no fueran capaces de tener un objetivo cuando no viven en condiciones infrahumanas, como en la pobreza, la guerra o en una dictadura.

Lluís Alba

V.O.S.

Basada en la obra teatral homónima de Carol López y utilizando a los mismos actores, Cesc Gay nos presenta V.O.S. su primera incursión en la comedia.

Todo lo que vemos en la película pasa dentro de un plató cinematográfico, donde los personajes entran y salen (del plató y de la película). Son los actores, son los personajes que interpretan y son las personas sobre los que están contando su vida. Reflexión en forma de comedia de las relaciones de pareja en la sociedad actual, mezclada con la reflexión formal de contar historias y de como se puede llegar a manipular al espectador contando lo que se quiere y no los hechos reales.

La mayoría de diálogos son divertidos, similares a los de la mayoría de las buenas sitcoms americanas. Con ciertos detalles locales que a los de Barcelona nos hará disfrutar más de la película, como en la frase de que los barceloneses siempre estamos estresados y confundimos un infarto con un orgasmo. Además también podemos reconocer la mayoría de localizaciones, descubrir entre los extras a la panadera del barrio o reconocer la calle de nuestra oficina.

Aunque el tema también trate sobre la reflexión del cine dentro del cine, llega un momento que algunos de los chistes que comparan las situaciones con el cine popular llega a cargar por su evidencia. Las repetidas referencias a Tarantino, Woody Allen o Friends, acaban siendo demasiado previsibles. Aunque esta reflexión sobre el medio cinematográfico está llena de interesantes secuencias, como la de ver a cuatro actores (personas, personajes) jugando a las películas. Son actores que están filmando una película a la vez que interpretan escenas de otras películas.

La película muestra una realidad de Catalunya, poco habitual en el cine o en la televisión. Una realidad donde la mayoría de gente no se mueve por ghettos en los que sólo se hable un idioma. Los personajes interactúan todo el rato intercambiando catalán con castellano. Pero me temo que, a pesar de su título, fuera de Catalunya la mayoría de salas la exhibirán doblada.

Lluís Alba

dimecres, 8 de juliol del 2009

Despedidas

De todos es conocido que la muerte es un tema tabú en occidente. Nuestro instinto natural nos hace evitar siempre lo que más tememos. En Despedidas podemos comprobar que en Japón también es un tema tabú y que convierte en un paria de la sociedad a aquel que se gana la vida a costa de los muertos.

Resulta de lo más curioso ver el ritual ancestral del nokan, que consiste en amortajar el cadáver como si de una obra de teatro se tratara. Toda la familia del muerto se pone en frente y ve como un nokanshi (el practicante de dicho ritual) lava, maquilla y viste al fallecido, de un modo delicado sin que en ningún momento se vea desnudo ni tenga ninguna posición escabrosa. Todo un arte que antiguamente lo hacía la propia familia, pero como otras tantas tradiciones se ha ido perdiendo y deben hacerlo unos profesionales.

Para llegar a tener un empleo como este que nadie desea, no hay otra manera que estar algo desesperado. Este es el caso del protagonista, Daigo Kobayashi, que tras disolverse la orquesta en la que trabajaba debe vender su violonchelo porque no puede pagarlo. Y decide volver a su pueblo natal junto a su esposa. Por un anuncio de prensa engañoso empieza a trabajar como nokanshi.

Lo mejor de la película es la habilidad con la que nos muestra un tema dramático en clave de humor. Aunque no se trata de una comedia al 100%, sí que lo son la mayoría de momentos que tienen relación con el oficio del protagonista. El contraste de las situaciones dramáticas propias de trabajar con muertos con la inexperiencia de Daigo, acaban convirtiéndose siempre en secuencias divertidas.

Aunque en su conjunto se deja ver, y más allá de la curiosidad que el espectador occidental pueda tener por estos exóticos rituales, el guión está poco elaborado. Usan una subtrama artificiosa sobre el padre de Daigo, sólo para encontrar un final y darle a la película un aire más convencional. Seguramente hubiese tenido más sentido su conjunto sólo con mostrarnos las peripecias del protagonista, la relación con su mujer y con los vecinos del pueblo. Incluso media hora menos también hubiese beneficiado a la película.

Una vez vista, cuesta entender que películas como La clase, Gomorra (que ni siquiera fue nominada) o Vals con Bashir, hayan quedado relegadas por Despedidas en la carrera a los Oscar. No deja de ser una película simpática, como Slumdog millionaire, que tampoco tenía punto de comparación con El curioso caso de Benjamin Button.

Lluís Alba