Michael Bay ama el cine espectáculo, de eso no me cabe la menor duda, se ha propuesto revisar todos los iconos de los que debió disfrutar en su infancia y juventud. Responsable de la producción del remake de Carretera al infierno, después de dirigir Transformers, produce este remake de Viernes 13, y prepara una nueva versión de otro de los mitos del terror de los 80: Pesadilla en Elm Street y, si tiene éxito, cosa que no dudo, vaticino un nuevo Freddy vs. Jason en menos de 10 años.
Por desgracia, su visión como director deja mucho que desear para la mayoría de aficionados al cine, por suerte su huella de cine mareante y confuso no se imprime en Marcus Nispel, quién ya dirigió el remake de otro de los mitos de terror de los 70-80: La matanza de Texas.
Aunque la filmografía de Marcus Nispel no es para tirar cohetes, por lo menos es un director que sabe reconocer sus limitaciones artísticas y no busca recrearse en imágenes imposibles ni en dejar una huella personal en su cine. Podríamos ponerlo al lado de directores como Brett Ratner o Gore Verbinski (a pesar de que este empezó con una película maravillosa con el horrible título español: Un ratoncito duro de roer). Por lo que no nos encontramos ante el caso de un remake que aporte (casi) nada nuevo a la saga, cosa que Rob Zombie sí consiguió en la gloriosa primera mitad de Halloween, el origen.
Este Viernes 13 es un compendio de las tres primeras partes de la saga (que ya podrían considerarse remakes). El lógico motivo de hacer un remake de tres partes juntas, es porque fue necesario llegar a una tercera parte para acabar de definir el icono de Jason. Recordemos que, en la primera parte, la asesina es la madre de Jason y este sólo aparece en un sueño, en la segunda Jason lleva una máscara de trapo y, en la tercera usa por primera vez su característica máscara de hockey, imagen que ya no dejará nunca más.
Así la peli apenas aporta nada nuevo, excepto alguna nueva forma de matar de Jason, y una (muy pequeña) sorpresa hacia el tramo final de la película que enlaza con el prólogo de la peli. Por lo que vemos un conjunto de tías buenas con las tetas operadas, y tíos buenos musculados, que parecen modelos recortados de un catálogo de moda sobre cuerpos de actores porno. El sexo y la afición por las drogas blandas, es igual que en el de las pelis originales. Y Jason se encarga de que no disfruten demasiado.
Pero cumple con los mínimos, una peli entretenida dentro de su género y bien realizada. Para los aficionados a la saga también se pueden entretener en la búsqueda de imágenes o secuencias a las pelis originales: La cabeza de la madre de Jason entre las velas a modo de santuario, la mítica imagen de Jason atravesado medio cuerpo por una ventana, la primera vez que se pone la máscara de hockey también es en un granero. Hacia el final (SPOILER) vemos como la forma de “matarlo” es similar al de la tercera parte y el epílogo es un homenaje a la secuencia final del lago en la primera parte. (A su vez ya homenajeado en la tercera parte)
El único interés de este remake es el de rentabilizar una franquicia de éxito para que los adolescente actuales vayan al cine a ver una película igual a otra realizada hace más de 20 años por considerarla antigua. Una pena que la imaginación de Hollywood no dé para más, ni para arriesgarse a probar con nuevos monstruos terroríficos. Prevaleciendo el negocio por encima de la imaginación artística. Suponiendo que esta nueva versión tenga éxito, veremos más secuelas de Viernes 13 durante los próximos años. Y, dentro de 25 años, volveremos a ver otro remake y nuestras vidas podrán ser calculadas contando cuantos remakes de Viernes 13 hemos podido llegar a ver.
Lluís Alba
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