dijous, 4 d’agost del 2011

Green lantern

La proliferación de personajes Marvel en el cine ha hecho despertar a los gerifaltes de DC para sacar provecho de su, también, rico universo de papel. Hace un par de décadas, la guerra en las librerías parecía ganada por Marvel, pero nadie hubiese dado un duro (recordad que hace un par de décadas todavía teníamos la peseta) por que Marvel le pasara la mano por la cara a DC también en el cine. Con la poderosa Warner a sus espaldas, era algo que no podían permitirse y, tras los éxitos cosechados por el relanzamiento de Batman y con la perspectiva futura del nuevo Superman de Zack Snyder, le toca el turno a Green lantern.

Para ello se decidió apostar fuerte y realizar una inversión de 200 millones de dólares de presupuesto, que parece haberse destinado en su mayor totalidad a la creación de efectos digitales. Pues si algo diferencia esta película del resto de adaptaciones superheroicas es la constante apariencia de película de animación por la que se pasean actores de carne y hueso. Nada que objetar, para representar fielmente el mundo de los Green lantern corps, parece esta la mejor opción. Ningún fan de los cómics podrá vociferar la recurrente queja de cambios de aspecto físico y uniformes, pues los personajes creados o retocados por ordenador son una copia calcada de los variopintos extraterrestres que aparecen en las páginas de Green lantern. Incluido el antifaz de Hal Jordan, elemento aprovechado para crear el gag más ingenioso de la película.

El mayor problema, más allá de lo económico, han sido las prisas por querer contar demasiadas cosas en un solo film. La buena narración de una historia queda relegada ante la inclusión del mayor número de elementos posibles en 114 minutos. Constantes idas y venidas de Hal Jordan entre La Tierra y Oa (planeta de los Guardianes del Universo, creadores del cuerpo de Green lanterns) hacen imposible desarrollar ninguna de las dos facetas del superhéroe. La historia de su padre y la relación familiar cuenta con un par de pinceladas que apenas guardan relación con el resto del film. El entreno y relación con el resto de Green lanterns es tan fugaz que anula cualquier grado de implicación emocional con ellos.

Parecía más indicado narrar en dos películas lo que se ha querido contar en una. Pero, Green lantern no tiene la fama mundial de Superman, Batman o, incluso, Flash. No se podía permitir la ausencia de aventuras espaciales que justificaran lo invertido en su presupuesto. En ocasiones como esta, es cuando hace falta aplicar el lema de los minimalistas: menos es más. Y no tiene porque ser aburrido.

Lluís Alba