divendres, 3 de febrer del 2012

J. Edgar




A primera vista (y con toda la razón) no podríamos decir que Clint Eastwood es un director especializado en biopics. Pero tampoco es un género demasiado ajeno a su filmografía. Pues, además de Bird (ídem, 1988), basada en la vida de Charlie Parker o Invictus (ídem, 2009) sobre la figura de Nelson Mandela, también podemos incluir recreaciones no autorizadas como Cazador blanco, corazón negro (White hunter black heart, 1990) que se inspiraba directamente en John Huston.

En cualquier caso, Clint Eastwood es un director de estilo clásico, pero nada tiene que ver con ser convencional. Por lo que su biopic sobre J. Edgar Hoover no se centra en los hechos públicos del personaje. Sin obviarse, solo vemos leves pinceladas sobre su racismo en la época de Martin Luther King, su relación con Robert Kennedy durante el asesinato de su hermano y, finalmente, como acabó indirectamente con la carrera de Nixon.

Un director con una carrera más que prestigiosa, hace que ya no le importe lo que dirán sobre su obra. Así que no es de extrañar que se interesara por el guión de Dustin Lance Black. El ganador del Oscar por Mi nombre es Harvey Milk (Milk, 2008) de Gus Van Sant, es un guionista cuya obra está directamente relacionada con sus vivencias personales: un adolescente homosexual que se crió en la cultura mormona y en bases militares.

Aunque oficialmente nadie ratifique que J. Edgar fue homosexual, hay rumores y testigos más que suficientes como para que el guión se centre principalmente en su relación con Clyde Tolson. Esto obliga a realizar una mirada personal sobre el director del FBI, un acercamiento sobre la persona más que sobre el cargo. Destacando como la obsesión sobre el trabajo y la organización de un individuo fueron las bases sobre las que se sentarían el organigrama de todo un FBI. Dando a entender que, una serie de casualidades personales son las que han llevado este grado de obsesión por el control de la información de los EEUU.

Si escoger un guión polémico no supone un problema para Eastwood, menos supone la discutible elección de Leonardo DiCaprio para recrear a Hoover. A pesar de que con la edad ha ido ganando en prestigio, DiCaprio está lejos de ser un talento como actor. Pero hace una década nadie hubiese apostado porque saliera airoso de la situación, que no es poco. Al menos se le valorará el esfuerzo que contrasta con el desastroso maquillaje impropio de una película de este calibre.

Lluís Alba
http://www.zumbarte.com/cine/cinevista/criticas/jedgar.html