dijous, 20 de maig del 2010

Robin Hood

Este proyecto nació inicialmente con la idea de dar la vuelta a la tortilla a la leyenda de Robin Hood, dándole un protagonismo al sheriff de Nottingham y presentando al arquero de Sherwood como el villano de la función. Russell Crowe encarnaría al sheriff. Cuando el proyecto llegó a manos de Ridley Scott, se volvió al planteamiento habitual de la leyenda. A pesar de su edad, Russell Crowe encarnaría a Robin Hood. Con 46 años, un año más del que tenía Sean Connery cuando encarnó al personaje en las postrimerías de su vida, en Robin y Marian.

Más allá del hecho que parezca innecesario una nueva película sobre el personaje, por lo menos cabe destacar que se ha intentado buscar un planteamiento original. Como se trata de una leyenda, no se le puede achacar que se muestre el origen del personaje con una edad avanzada con respecto a lo que estamos habituados. Pero sí sorprende un poco. Incluso el guión parece que juegue a dos bandas, explicando el origen del personaje con un argumento que toma ideas de Robin y Marian, que representaba el final de la carrera de Robin Hood.

Particularmente no me considero fan de Ridley Scott, ni siquiera he visto todas sus películas. Pero tampoco estoy entre los detractores cuya opinión es que Blade Runner y Alien, el 8º pasajero son buenas a pesar de Ridley Scott. Lo que sí siento un profundo respeto por su figura como director desde que vi uno de los documentales que traía la caja de Alien quadrilogy. A pesar del peloteo habitual de los complementos en DVD, lo que quedaba evidente es que se trataba de un profesional de mucho talento que supo aprovechar el momento.

En Robin Hood encontramos todo lo que se puede esperar de un proyecto de estudio bajo la batuta de un buen director. Planificación visual clásica (alegoría de buena planificación), guión cuidado, ambientación perfecta y buenos actores al frente. Con sus dosis justas de acción, de desarrollo y de romanticismo. La pareja que forman Russell Crowe y Cate Blanchett, funciona a la perfección. Sus diálogos, situaciones y evolución como pareja, no sólo encajan bien con la acción si no que se tornan en escenas brillantes como las de los clásicos de Hollywood.

Los fans del personaje echarán de menos más flechas y les sobrará el politiqueo a lo Bravehart. El discurso de Robin Hood sobre la autodeterminación de los pueblos hubiese sido censurado en nuestro país en tiempos de Franco. Pero vivimos otros tiempos en los que hay libertad de expresión, en los que los políticos no sienten la necesidad de engañar al pueblo a sus espaldas, pues funciona igual haciéndolo en nuestra cara.

Lluís Alba