Resulta extraño el desconocimiento de James Gray, no tan sólo por parte del gran público, si no también por parte del más cinéfilo. Un reflejo claro de esta situación es que su última película, Two lovers, haya llegado con dos años de retraso a nuestros cines y casi de tapadillo.
Esta película resulta un cambio de género en su carrera. Cambia el thriller por el drama romántico. Pero continua todo lo demás. En Two lovers seguimos encontrando una disección perfecta de las relaciones familiares, un protagonista (encarnado por su actor fetiche, Joaquin Phoenix) que no desea el destino determinado por sus padres y una relación amorosa controvertida.
La ausencia de acción queda perfectamente suplida por una mayor atención a las relaciones amorosas. Joaquin Phoenix borda la interpretación del personaje bipolar que navega entre dos vidas: una para la que parece predestinado por su familia y la otra junto al personaje de Gwyneth Paltrow, ajena totalmente a lo que su padre desea para él. Con la maestría de la que sólo unos pocos están dotados, James Gray define varios triángulos amorosos a partir de la analogía del trastorno bipolar del protagonista.
La ambientación en Nueva York, la perfecta definición de personajes, sus enredos amorosos y el trasfondo judío provoca una irresistible comparación con Woody Allen. Una comparación en la que Gray no queda malparado.
Lluís Alba
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