dijous, 25 de febrer del 2010

Daybreakers

En los tiempos actuales, en los que la calidad y originalidad de las series de televisión de los EEUU están por encima de las pelis de Hollywood, encontrarse en el cine una película de vampiros tiende a causar un efecto en el potencial espectador a creer que verá una película repetitiva y cansina. Aunque los vampiros en el cine no es algo que pueda decirse que se trate de una moda pasajera, más bien es algo que está de moda desde que se filmó Nosferatu en 1922, pero sí se nota que la saga Crepúsculo ha permitido una nueva vía de explotación de vampiros románticos. Seguramente haya ayudado a que se decidieran a producir series como True blood a partir de las novelas de Charlaine Harris y, con mayor probabilidad, The vampire diaries, una serie mucho más en la línea de las novelas de Stephanie Meyer. Pero también podríamos remontarnos a los 90 y creer que todo esto sin Buffy no hubiese sido posible.

Daybreakers no tiene, ni de lejos, la calidad de True blood, pero sí que es una estimable película de acción al más puro estilo serie B, con su dosis justa de gore para disfrute del público y entretenidísima hasta (casi) el final. Aunque también haya un romance entre un vampiro y una humana, no es este el elemento que mueve el argumento de la película. El leitmotiv es la original idea de que, en un futuro cercano, los vampiros son amplia mayoría y se están quedando sin humanos para beber su sangre. Original en la forma, aunque no tanto en el fondo que no viene a ser más que una metáfora directa del malgasto de los recursos naturales en nuestra sociedad actual.

Los hermanos Spierig, ya habían rodado en 2002 otra película de terror, también con un punto original en el que mezclaban zombies con alienígenas. Por lo menos se les ve una búsqueda de presentar las películas de terror de siempre con algún toque nuevo. Daybreakers resulta más afortunada que su predecesora, se nota un mayor presupuesto y cuenta con la aportación de actores famosos como Ethan Hawke, Willem Dafoe (un poco desaprovechado) y Sam Neill o proyectos de estrellas “hot” como Isabel Lucas (que ya le hizo la competencia directa a Megan Fox en Transformers 2). Lástima que el final quede diluido más en la búsqueda de una posible secuela que en dar un digno final al film.

Lluís Alba