Los precedentes críticos que había leído sobre The blind side no invitaban, precisamente, a su visionado: película tendenciosa, alabanza de la raza blanca y la moral cristiana, y, por si fuera poco, un Oscar a Sandra Bullock totalmente inmerecido.
Después de ver la película, efectivamente, suscribo esas palabras. Pero no me ha parecido haber perdido el tiempo durante su visionado. Ni mucho menos el dinero, pues gracias a que en Sevilla no se ha estrenado en v.o. una película cuyo único reclamo es ver la interpretación de su protagonista, he tenido que tirar de internet. Aunque claro, después nos quejamos de la piratería cuando, a menudo, se convierte en la única opción posible. ¿O es que Teddy Bautista nos va a pagar con el dinero de la SGAE un billete a Barcelona o Madrid cada vez que una película no se estrena en v.o. en el resto de España?
Al grano, The blind side, no es más que el típico telefilm de sobremesa llevado a la pantalla grande y con actores populares. Pero, en su 90% no engaña a nadie. Desde el inicio vemos como el joven negro es abandonado por unos amigos (también negros) y tiene que vivir en la calle. Por suerte, una mujer de raza blanca, cristiana, republicana y de clase alta, acoge al pobre muchacho. Le invita a dormir en su casa junto a su marido, su hija adolescente y su, repelente, hijo menor. Le alimentan, le dan una habitación y le compran un coche. Por si esto fuera poco para contrastar la bondad de la raza blanca, también tenemos algunas escenas que nos muestran como, en los barrios negros, todos se dedican a robar, a traficar y a consumir drogas.
Para definir la película, podemos tomar como muestra una secuencia: el joven negro, Michael, tiene un accidente con el coche que le acaban de regalar sus nuevos padres blancos. Además, junto a él va el hijo biológico de la familia blanca, sentado ilegalmente en la parte delantera del vehículo. ¿Se enfada el personaje de Sandra Bullock cuando se entera? No, simplemente consuela al pobre Michael por haber tenido un accidente en el que podría haber muerto su hijo.
No conozco el caso real del jugador de fútbol americano Michael Oher. Pero como he dicho antes, hay un 10% de la película que me resultó engañoso. Por unos momentos, se pone en duda que la familia adoptiva blanca acoja al joven negro desinteresadamente y todo sea una estrategia fríamente calculada para que acabe fichando por el equipo al que, casualmente, patrocinan. Por supuesto, la película muestra esa duda solamente para desmentirla categóricamente. Pero mi opinión es que tanto la novela como el film están hechos para limpiar cualquier atisbo de duda sobre una práctica inmoral en el que familias adineradas blancas extraen a pobres jóvenes negros (pero con grandes capacidades atléticas) sólo para nutrir sus equipos deportivos favoritos y alimentar su ego.
Ah, y sobre el Oscar a Sandra Bullock… no diré nada. Aunque hubiese sido más escandaloso que se lo hubiera llevado su peluquero o diseñador de vestuario.
Lluís Alba
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