Mi única aproximación al cine de Abbas Kiarostami hasta Copia certificada, había sido una de sus películas premiadas en los 90. En un pase del Canal +, no recuerdo si fue A través de los olivos, El árbol de las cerezas o El viento nos llevará (podrían buscarlo en Google, pero no creo que sea demasiado relevante). Lo que sí recuerdo es que no me apasionó demasiado para seguir su carrera.
El enterarme que se estrenaba una peli suya ambientada en Italia y protagonizada por Juliette Binoche, fue motivo suficiente para volver a interesarme por el director iraní. Copia certificada no tiene nada que ver de lo que recordaba vagamente de la otra peli que vi del director, en la que pasaban horas sin diálogos y un hombre subía y bajaba una montaña en su furgoneta. En esta ocasión los diálogos abundan y llenan casi todo el metraje. Lo que empieza con una conversación entre Juliette Binoche y William Shimell sobre arte acaba entrando en lo personal hasta que, un confusión en una pequeña cafetería les hace adoptar los roles de marido y mujer. Hasta tal punto que ambos personajes son tanto los originales como las copias que han decido adoptar.
Cuando voy al cine a ver una peli de autor, lo que deseo es encontrarme con una obra como esta. Más allá de la impecable factura visual, ver una peli tan interpretable sólo me permite afirmar con rotundidad que no he entendido ni entenderé jamás todo lo que quisiera transmitir su director. Pero sí que ha conseguido una serie de sensaciones ausentes el cine más convencional, además de permitirme que la película continúe creciendo en mi mente al salir del cine. El que no desee que le agiten la mente o le provoquen sensaciones tiene el 95% de películas de la cartelera a su disposición con guiones modélicos de inicio, nudo y desenlace.
Lluís Alba
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