dijous, 23 de setembre del 2010

El americano

El fotógrafo y director de videoclips Anton Corbijn saltó al cine para dirigir Control, película que adaptaba el libro de Deborah Curtis, viuda de Ian Curtis, vocalista de Joy Division. Anton e Ian se conocieron cuando este rodó varios videoclips de la banda y su salto al cine se hizo de forma natural, como un tributo a la amistad que ambos profesaban. Así pues, El americano es su primera película sin relación aparente con sus anteriores profesiones, salvo que tengamos en cuenta que el personaje de George Clooney se hace pasar por fotógrafo.

Como en su primer film, también El americano está basado en un libro, A very private gentleman de Martin Booth, cuyos derechos llevaban años pululando entre diferentes pequeñas productoras hasta que Anton Corbijn pudo tomar las riendas del film. Por suerte o desgracia, Booth no podrá ver la adaptación de su obra, pues murió, esta vez sí, solamente por desgracia, en 2008.

Digo por suerte o desgracia porque tras ver la película cuesta definir una única opinión positiva o negativa. Mi primera impresión sería decir que cuenta con un apático guión que contrasta con la estudiada dirección de Corbijn y la, siempre solvente, interpretación de Clooney. Sin embargo, hay tantas inverosimilitudes en el guión que parece imposible creer que esto lo haya escrito un guionista profesional a no ser que fueran pretendidas explícitamente. Situaciones como la de que un asesino a sueldo americano vaya a “pasar desapercibido” a una pequeña población italiana, o que los tiroteos a media noche no alerten a los vecinos ni los cadáveres requieran investigación alguna por la policía.

Para disfrutar de esta película lo mejor es verla como el clásico western donde un forastero es siempre abordado por un turbulento pasado que le impedirá tener una vida apacible. Las referencias explícitas a las películas de Sergio Leone, parecen querernos recordar que los spaghetti western se rodaban en Italia (además de en Almería) a pesar de transcurrir en un pasado reciente de los EEUU. El americano obvia esto último, y tanto el rodaje como la ficción ocurren en Italia en pleno siglo XXI.

Lluís Alba