dijous, 16 de setembre del 2010

Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec

Con la llegada a la gran pantalla de la adaptación de Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec, Norma editorial publica un tomo que recopila los cuatro primeros álbumes franceses.

Publicados entre 1976 y 1978, son un homenaje a los folletines que se publicaban a mediados del siglo XIX en Francia. Por lo que Tardi no planificaba la historia completa, si no que iba descubriendo sus aventuras mientras creaba el guión, al mismo tiempo que pueden hacerlo sus personajes o el lector.

Desde el inicio, el cómic denota una ironía y una serie de cambios bruscos que hacen más caótica la historia. Para empezar, la sorprendente presentación de Adèle, haciéndose pasar por otra persona, ocultando su identidad tanto a los personajes del cómic como al lector. La sucesión de acciones, bruscos cambios de escenario y el elevado número de personajes, puede llevar a la confusión inicial hasta que uno se adecúa al estilo de Tardi.

Adèle Blanc-Sec, escritora de profesión, irónicamente acaba participando en las aventuras de manera casual. Apenas tiene una participación decisiva, ya que todo lo que ocurre a su alrededor pasaría igual de no estar ella involucrada. Convirtiéndose así, en la perfecta narradora de unos libros de aventuras que no podría haber descrito si no hubiese participado directamente, pero sí que podrían haber ocurrido igualmente.

Como casual es su participación, también lo son la mayoría de las sucesiones. Pues así acentúa Tardí una historia caótica en la que cualquier personaje puede acabar teniendo una identidad totalmente opuesta o cambiar de estatus social varias veces en una misma aventura. Igualmente, las fantásticas criaturas pueden tener un origen diferente al definido inicialmente.

La caótica apariencia formal que tiene la historia, nace de la idea folletinesca de Tardi para narrar las aventuras de Adèle, y requiere de un mínimo grado de concentración para no perderse entre tanto personaje y acción. Pero al mismo tiempo, consigue que una segunda lectura del cómic sea una experiencia gratificantemente nueva.

Lluís Alba