Óscar Aibar y Santiago Segura, antes que cineastas fueron fans y creadores de cómics. Sólo así se entiende que se haya llevado a cabo un proyecto tan poco popular (ironías de la vida, al hablar de un autor de cómics) como la vida de Manuel Vázquez.
Conocido sobre todo por sus personajes de la etapa Bruguera: Las hermanas Gilda; Anacleto, agente secreto; Angelito, La abuelita Paz, La familia Cebolleta y, Los cuentos del tío Vázquez. La película narra la época que tuvo que vivir bajo el yugo de la esclavitud de una editorial de cómics de estructura franquista. Nada que objetar, era la época en la que le tocó vivir, lo triste de la historia de España es que 35 años después de la muerte del dictador, muchas empresas (como El corte inglés, por poner un ejemplo al azar) sigan igual.
Lo admirable de la película es la plasmación de la lucha eterna entre una persona idealista y su anquilosado entorno. Mezclando realidad y ficción, vemos el día a día de Vázquez, que vive sin pagar por nada, sableando dinero a Bruguera, casándose que diversas mujeres, teniendo varios hijos, huyendo de acreedores y de la policía. Aunque no menos ladrones fueron los mandamases de Bruguera, que obligaban a sus creadores de historietas a renegar sobre cualquier derecho de la obra.
Mientras Vázquez entra y sale de la editorial, vemos al resto de dibujantes aplicadamente dibujando en pupitres, cuál galera de esclavos de la época romana. En la que se puede reconocer a profesionales como Raf, Purita Campos (de la que se hace hincapié su bajo sueldo solo por el hecho de ser mujer), Jaume Rovira o Francisco Ibáñez. La ascensión en la fama de este último se utiliza como contrapunto en la decadencia de Vázquez en Bruguera.
Se podrá decir que el retrato de la época no es fiel, que la biografía de Vázquez esté mezclada con su leyenda, incluso que cueste dejar de ver a Torrente en este personaje (pero ese es un mal que, para bien de Segura, siempre le perseguirá). Pero esto es una película, que rinde homenaje a uno de los grandes de la historieta de España. Uno de esos profesionales que la incultura de nuestro país, logra que no tenga el reconocimiento merecido. Por suerte están Óscar Aibar y Santiago Segura para enmendar tal agravio.
Lluís Alba
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