dilluns, 16 de març del 2009

Lejos de la tierra quemada

Guillemo Arriaga, conocido por ser el guionista habitual de Alejandro González Iñárritu, dirige su primera película que sigue con el mismo estilo de contar historias cruzadas entre sí aunque ocurran en diferentes lugares o momentos.

Como ya vimos en Amores perros, 21 gramos y Babel, la fatalidad es el nexo de unión entre los diferentes integrantes de la historia. Pero poco a poco la crueldad que veíamos en Amores perros y en 21 gramos empezó a diluirse en Babel, para mostrarse mucho más ligera en Lejos de la tierra quemada.

Y es que Lejos de la tierra quemada funciona mientras el espectador sólo ve algunas de las piezas del puzle que presenta Arriaga, pues cuando ya están todas sobre el tablero, la película se vuelve previsible, alargada y decepcionante en el meloso final.

Visualmente apenas hay diferencias entre las películas dirigidas por Iñárritu y esta, seguramente lo único que podría haber mejorado es que dos cabezas piensan mejor que una, y así podrían haberse corregido algunos de los errores de la película. Además de poder arreglar el tramo final, también podrían haberse corregid algunos fallos de guión como el de la joven Mariana siguiendo al coche de su madre en bicicleta, perdiéndola de vista pero llegando al mismo lugar dónde debía seguirla. Son detalles sin mucha importancia pero que crecen negativamente ante los ojos del espectador si el conjunto de la película no justifica pequeños lapsus. Tampoco queda muy claro el error que comete Mariana cuando hace explotar la caravana de su madre, pero lo peor es que, cuando ocurre, es tan previsible que importa poco.

A pesar de estos detalles y el bajón final de la película, hay que darle todo el mérito que tiene el guionista en saber mezclar bien las diferentes secuencias aparentemente inconexas para ir creando una historia que tenga sentido. Pero da la sensación de que si viéramos la historia en tiempo lineal el interés decaería mucho antes, incluso que no habría ningún motivo para llevarla al cine. Supeditando en exceso el contenido al continente.

No quiero acabar este comentario sin destacar la presencia de la actriz Jennifer Lawrence, la joven de 18 años que sin duda recoge el testigo de Charlize Theron y Kim Basinger como nueva sex-symbol.

Lluís Alba