dijous, 30 de juny del 2011

Transfomers: el lado oscuro de la luna

Michael Bay completa su trilogía de los famosos juguetes. Todo un éxito comercial aprovechando al máximo la unión de varias generaciones, desde los treintañeros que nos arrastramos solicitando un billete de vuelta a los 80 hasta los jóvenes actuales ensimismados por el poder del CGI y las 3D.

A pesar de los reparos que cualquier cinéfilo pueda tener ante Michael Bay, hay que reconocer que es un profesional que se toma en serio su trabajo. Después puede gustarte o no. Pero hay una coherencia en la trilogía que demuestra que él lo tiene claro. La tercera entrega de Transformers aporta más de lo mismo: efectos digitales espectaculares, movimientos confusos de cámara, exaltación del ejército yankee, de su tecnología, de las bondades del pueblo norteamericano etc... De no ser por el poderoso lobby judío, Megan Fox hubiese continuado. Pero Michael Bay no tiene problemas en sustituirla por una modelo sin experiencia en la interpretación, todo un mensaje que define lo único que le interesa en la comparsa femenina de la función.

No todo el holgado presupuesto que maneja Bay es destinado a los efectos digitales. Al menos tiene el detalle de contribuir en las poderosas cuentas corrientes de ilustres intérpretes. Al habitual John Turturro, se le unen John Malkovich y Frances McDormand. Solo faltan George Clooney y Jeff Bridges y esto podría pasar por una peli de los Coen.

En cuanto a las aportaciones nostálgicas, añade nuevos personajes del imaginario robot. Shockwave y Sentinel Prime. Del segundo apenas puedo escribiros, pero el primero se trata de uno de los juguetes míticos de la infancia de cualquier niño que vivió los 80. De aquel juguete que si no se tuvo, se quiso tener. Del robot que mataba a todos los Transformers en una portada de los cómics Marvel. De aquellos míticos primeros números en los que Spiderman se paseaba entre Bumblebee y compañía.

Para añadir algún grado más de nostalgia, parece que el cine mainstream le esté cogiendo el gusto a la utilización de la historia para adaptarla a sus guiones. Como ya sucedió en la reciente X-Men: primera generación (X-Men: First class, 2011) de Matthew Vaughn, se narran los hechos históricos de los 60 desde un nuevo punto de vista que involucra directamente a los Transformers.

Esta aportación histórica es el único atisbo de innovación en una saga que, guste o no, deberá ser la imagen que ilustre durante muchos años la definición de blockbuster.

Lluís Alba

1 comentari:

Anònim ha dit...

La verdad es que un poco larguita me resultó, y la novia del prota, uuuffff la morritos, que asco de tia!!!!!