El debut cinematográfico de Sophie Barthes tiene ciertos paralelismos con el debut de Spike Jonze. Si Jonze proponía una película surrealista para analizar la figura de John Malkovich, Barthes hace lo propio con Paul Giamatti.
Sin llegar a meternos en los mismos recovecos de Quiero ser John Malkovich, Cold Souls también propone una análisis del actor. Con cierta dosis de ironía, vemos como Paul Giamatti requiere que le introduzcan el alma de un poeta ruso para poder interpretar Tío Vania de Antón Chéjov, mientras que una actriz rusa usa el alma de Giamatti para protagonizar un culebrón.
Gracias a la originalidad del film, se consigue una visionado aparentemente ligero y divertido. Pero que consigue que la película dure más en la mente del espectador que tenga ganas de pensar después de salir del cine.
Lluís Alba
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