
Se trata de una pequeña película, con un solo actor en escena (muy sabiamente el resto de personajes solo aportan la voz o aparecen en vídeos), Sam Rockwell que tiene las tablas suficientes para aguantar todo el peso de la historia, secundado por la voz de Kevin Spacey en una versión bondadosa de HAL 9000 (con la genial idea de usar emoticones para expresar sus sentimientos).
Aunque al principio de la impresión de estar ante una película de Andrei Tarkovsky, enseguida se puede comprobar que el argumento es mucho más sencillo, claro y directo de lo que se podría esperar. Con ello no estoy menospreciando la película, sino todo lo contrario, pues es una historia que sirve para el público que busque un entretenimiento y también para el que desee reflexionar un poco más allá de lo que se ve a simple vista.
Como ocurría en otra gran pequeña película reciente de ciencia ficción, Los cronocrímenes, hay una lectura que va más allá de la historia presentada. Una crítica feroz por ver hasta dónde pueden llegar las grandes compañías para sacar más beneficios o, incluso, una crítica al ser humano por permitirlo ya que, curiosamente, los únicos que son capaces de revelarse contra la situación no son humanos.
Lluís Alba
2 comentaris:
Pues mira tú por donde a mi eso de usar emoticones me tira para atrás oye....
Tienes que dejarte llevar por las emociones y las novedades que trae el futuro del arte.
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