
Este es el caso de El vampiro. Una película mexicana de 1957, dirigida por Fernando Méndez. Aunque sus méritos formales son destacables (el pasillo por donde pasa el vampiro, escenas buñuelescas con sonido de fondo que tapa los diálogos etc…), lo más sorprendente es un guión clásico que avanza con paso firme, con las sorpresas necesarias y con unos personajes bien elaborados. Por desgracia en la actualidad es difícil ver películas tan bien narradas como esta.
Producida y protagonizada por Abel Salazar, una especie de Antonio Ozores comedido, un galán que ajusta su vis cómica lo justo para resultar divertido en los momentos precisos y no agobiar al espectador.
Existe una secuela, El ataúd del Vampiro. Aunque en España parece difícil que estas películas se editen, por suerte el paso de los años no solo ha hecho traer desgracias, internet existe para ser usado.
Lluís Alba
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