Independencia forma parte de una trilogía ambientada en tres épocas determinantes de la historia de Filipinas. Esta parte ocurre durante los primeros años del siglo XX durante la guerra contra los EEUU.
Raya Martin no pretende hacer una película histórica, pues los hechos siguen a una madre que huye con su hijo a una barraca en medio de la selva para apartarse de la guerra. Así vemos como pasan los años, conocen a otra chica perdida, muere la madre, los jóvenes aprenden lo que es el amor y el sexo (aunque no tiene nada que ver con El lago azul) y tienen un hijo criado en la selva. Como si del Tarzan de Johnny Weissmuller se tratara, vemos como el paso de los años pasan de tener una cabaña medio en ruinas a un chalet de madera con granja de pollos.
Pero lo más relevante de la película no está en el argumento, si no en lo formal. Pues para retratar esos años, Raya Martin hace un ejercicio estilístico que emula un rodaje de la época. En un impostado efecto de ralentí y con un falso blanco y negro, nos llena de bellas imágenes rodadas en decorados casi teatrales, con paisajes pintados sobre lienzo.
Formalmente ya aplicó lo mismo a dos películas anteriores. Eran mudas, pues estaban ambientadas a finales del siglo XIX, en los últimos años de que fuera una colonia española.
Lluís Alba
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