Recientemente se estrenó la cuarta parte de Shrek, una saga que ha ido degenerando en secuelas para aprovechar al máximo el tirón popular de la primera película. Por suerte en Pixar parece que las cabezas pensantes son mucho más sensatas. Con Toy story podrían haber hecho lo mismo, pero viendo que en 15 años se han hecho tres películas, demuestra el cariño especial con el que se cuida la franquicia que logró que se empezaran a producir películas de animación generadas íntegramente por ordenador.
Técnicamente se nota que han transcurrido los años y la mejora es sustancial. Como en Up, la visión con las gafas en 3D está buscada para darle una mayor sensación de profundidad integrada con la imagen, sin buscar ningún efectismo. Algo que me lleva a reflexionar si no es mejor verla en 2D, donde la pérdida de tridimensionalidad se compensa con una mejora de colorido e iluminación. Curiosamente Día y noche (el corto previo a la película), utiliza con buen criterio las 3 dimensiones, a pesar de estar creado a partir de dos personajes dibujados al más puro estilo tradicional en 2 dimensiones. Este corto de seis minutos es, sin duda, lo mejor que ha parido Pixar en su historia.
Sobre la película, poco más hay que decir para los que hayan visto sus anteriores partes. Pues sigue en la misma estela de creatividad (capaz de convertir una guardería en un campo de prisioneros para juguetes). La película domina perfectamente un gran sentido del cine espectáculo y de aventuras. Su guión, bien construido, consigue enganchar de principio a fin en el seguimiento de las peripecias de unos personajes que ya son como de la familia. Tampoco falta la búsqueda de empatía lacrimógena con el público en un análisis del paso del tiempo, de la madurez, de enfrentarse a la terrible situación del cambio generacional.
Es curioso que una película de animación protagonizada por muñecos resulte mucho más creíble que la mayoría de films que se estrenan cada semana. Incluso al límite de que lleguemos a pensar que pueden morir, a pesar de que eso sería impensable. No solo por tratarse de muñecos, si no por estar ante una película destinada (también) al público infantil.
Con la pérdida de identidad de Dreamworks, parece que el cine de animación comercial de calidad queda en manos de Pixar (y Disney, desde que Lasseter se hizo con las riendas) y el estudio Ghibli. La aparición de un peluche de Totoro es el particular homenaje de Pixar al estudio Ghibli, inspiración de Lasseter para dedicarse a la animación. ¿Veremos Buzz Lightyear surcando los cielos de la próxima película de Miyazaki?
Lluís Alba
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