Supongo que el único motivo para haber hecho una cuarta parte de Shrek ha sido para finalizar con más dignidad esta saga tras el descalabro que supuso Shrek tercero. Quizás lo más coherente hubiese sido decir que nunca se hizo una tercera parte y borrar todas las copias. Pero como (todavía) no vivimos en una novela de George Orwell, la única posibilidad de hacer borrón y cuenta nueva consistía en mostrar una realidad alternativa a las aventuras del ogro verde.
Emulando a ¡Qué bellos es vivir!, Shrek visita un mundo alternativo donde se da cuenta que mal irían las cosas si él no existiera. La película aprovecha esta idea para poder explicar nuevamente los encuentros entre los personajes de un modo diferente. Y eso es prácticamente todo lo interesante que ocurre en el film, como queda perfectamente resumido en su trailer: Un gato con botas acomodado que ha acabado engordando y Fiona convertida en líder de una resistencia de ogros.
Poco hay más allá de cuatro pinceladas interesantes, como el poblado en el que viven las brujas, el gag del pestillo en el carruaje de los reyes o las pelucas de Rumpelstiltski. El único personaje nuevo destacado, el flautista de Hamelin, queda secundariamente desdibujado ante el aburrimiento general del resto de la película.
Irónicamente todo lo que criticaba la primera Shrek es en lo que se ha convertido esta saga. Pues, Shrek, felices para siempre, tiene un mensaje que no dista mucho de la moralina habitual de las series juveniles americanas que pueden verse cada día en Disney Channel.
Lluís Alba
1 comentari:
Nunca mejor dicho lap, ves el trailer y has visto todo lo interesante, la verdad es que me aburrió bastante!! gran decepción!!!
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