Una de las citas habituales en el festival de cine de Sitges es una película de Takashi Miike. Autor que suele rodar 5 o 6 pelis al año, de las cuales vemos una o dos en Sitges. Pero una o ninguna en circuitos comerciales, sea en cine o en DVD.
Este año he podido ver Crows zero (de la cual Miike ya está preparando una secuela), basada en un popular manga de Hiroshi Takahashi. Del cual no tengo referencias, pues no se ha publicado nada en España, aunque no me extrañaría que en breve alguna editorial avispada nos lo traiga.
Se nota que está basada en un shonen manga: vemos los característicos institutos japoneses, estudiantes con la imagen bien caracterizada (ropa y peinados que apenas cambian a lo largo de la película), peleas de artes marciales imposibles etc… Adaptar un manga a una película con actores reales no es fácil, normalmente siempre se nota artificioso y poco creíble, por no decir que cutre.
Por suerte, no es el caso, Takashi Miike rueda las mejores escenas de peleas que he visto nunca. Es la primera vez que veo repartir ostias rápidas y enterarme de lo que está pasando. Acostumbrados a las peleas con montajes frenéticos (con 0,5 segundos por plano) en las que no hay quién entienda nada, da gusto ver una película como esta, en la que disfrutas artísticamente de una buena pelea.
Pero no sólo por eso merece la pena ver la película, además de las salvajes peleas, encontramos escenas con grandes dosis de humor. Un humor muy característico del manga, pero efectivo. Memorable es la escena en la discoteca en la que intentan buscarle un ligue a uno de los matones del instituto que tiene problemas para relacionarse con chicas. Un humor de adolescentes, típico del manga, pero que sirvió para que toda la sala se descojonara.
Quizás haya un pequeño tramo de la película en el que pega un bajón hacia el final, pero, por suerte, este bajón acaba cuando llegamos a la pelea final ¡En la que participan más de 200 personas a la vez!
No será esta una de las películas más características de Miike, aunque es difícil catalogarlo, encontramos alguna secuencia propia de su universo particular. Como una de las pruebas al estilo Humor amarillo que hacen en el instituto en la que Serizawa golpea una bola gigante con el pie para derribar a unos bolos humanos, con un efecto digital de esos que se notan tanto, pero en lo surrealista de las secuencias de Miike queda bien.
Por último me gustaría destacar los créditos del inicio. Sin ser nada novedoso: Un grupo de rock japonés (con peinado friki) cantando con gran fuerza, mientras se alternan escenas que veremos a lo largo del film y vemos como el título Crows zero ocupa toda (pero toda) la pantalla. Logra que nos suba la adrenalina para ver la película con mucha más energía.
Lluís Alba
dimarts, 7 d’octubre del 2008
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